martes, 31 de enero de 2012

¿Revista inocente?

     Una de las actividades más comunes en la escuela, es la de recortar y pegar figuritas, ya sea en el cuaderno o en alguna lámina.   Previamente, se les pide que traigan revistitas para que puedan ser manipuladas por el alumnado.  Queda a criterio de la familia, el tipo de revistas que envían.
    Entre la gran diversidad de revistas que llegan, podemos encontrar la Billiken, la ya desaparecida Anteojito (perdón, se me "piantó" un lagrimón), Cosmik y revistas no tan infantiles, como Gente, Para Tí, Viva, etc.
     Las revistas, no siempre son acordes con la edad de los niños, pero a veces son útiles para ciertas actividades.  Otra veces, no ayudan mucho y sacan a relucir, cuestiones poco inocentes de los niños.
     Guille, era un niño de seis años muy tranquilo, demasiado tranquilo.  Ese día era un día más para Guille, hasta que llegó el momeno de recortar figuritas.
      El niño había comenzado a ojear la revista Viva, descartando el resto que tenía un tinte más infantil.  Al observarlo con mayor detenimiento, uno podía percatarse, que tomaba ciertas imágenes y las guardaba debajo de su banco en vez de pegarlas en su cuaderno.
      Cuando terminó el trabajo, se le preguntó qué imágenes guardaba.  Guille, rápidamente respondió que no guardaba nada, con la consecuente cara de sorpresa del docente.
      Junto al niño, se sentaba Elina, que al escuchar la respuesta del niño, vociferó que estaba mintiendo.  Luego, mientras gritaba que había arrancado todas fotos de chicas en bombacha y corpiño,  tomó las imágenes que había recortado Guille y las dejó arriba de la mesa. 
      La cara del niño paso del blanco inmaculado (cuando se le preguntó qué tenía bajo su banco) al rojo bermellón producto de la acusación de Elina.
      Para concluir, no quiso guardarse las imágenes que con tanto cuidado había seleccionado y las tiró al tacho de basura.  Al finalizar el día, las fotos tiradas, no se encontraban más en el tacho de basura...
    

Tocala de nuevo Sam

    La música, un recurso muy utilizado por los profesionales de la educación, para motivar a su alumnado.  Un docente de primer año tenía muy claro esto, que para incentivar a sus alumnos en su  etapa de lectoescritura, utilizó una guitarra.
    La guitarra se la había regalado su abuela, cuando era muy pequeño.  Fue un regalo muy interesante para un niño de cinco años, pues desarrollaría una inteligencia musical (según Gardner) y una herramienta más para sublimar.
    El instrumento comenzó a formar parte del aula, como un escritorio o el mismísimo pizarrón.  Cantaba ¿hermosas melodías?, les dictaba  enunciados cantando, mientras el instrumento acompañaba su ¿dulce voz? y les enseñaba a tocar la guitarra a sus alumnos.
   Solo había un inconveniente.  Sólo había tocado dos veces la guitarra en su vida.  Una para sacarla una vez y la otra para llevarla a la escuela.    No importaba, todo sea por la motivación de sus alumnos.
     A fin de año, las familias se acercaban para saludar a tan espléndido guitarrista, pero tuvo que confesar el porqué de la utilización de la guitarra (los niños tienden a idealizar en demasía).
    Cierto día, la guitarra desapareció y nunca más se pudo escuchar a ese docente cantar en esa escuela.  Las malas lenguas dicen que la hicieron desaparecer a propósito.  Otros manifiestan que fue al Club del trueque y fue cambiada por alimentos. Nunca se supo qué ocurrió realmente.  Lo que sí, es que se encendió la chispa para realizar música con otros instrumentos.

lunes, 30 de enero de 2012

Qué lindo alfabeto

     Antes de iniciar el ciclo lectivo, hay un momento que es utilizado para decorar el aula.  Láminas, carteles, guirnaldas, etc se conjugan en tiempo y espacio para plasmas un ambiente agradable para todos los sujetos que utilizarán dicho lugar.
     A medida que pasan los años, la decoración disminuye en su nivel de elaboración, siendo los primeros años, donde aparecen mayor cantidad de dibujos elaborados.  En los últimos cursos del primario, hay cierta decoración, pero en su gran mayoría son de poca o nula producción del docente.
     Para armar carteles y  láminas, se debe contar con cierta habilidad artística.  No muchos de los docentes cuentan con cierta destreza  y son menos, los que tienen poca habilidad y menor autocrítica.
    Era la primera vez que le asignaron primer año y quería tener un espacio hermoso.  Buscó en vano alfabetos de su gusto, para decorar el aula y poder ser utilizado por los niños, así que decidió construir el suyo.
    Utilizando crayones, lápices y marcadores, comenzó a realizar un abecedario gigante.
     La satisfacción de haber realizado una obra de arte inundaba todo su ser.  Estaba realmente orgulloso de lo que había creado.  Hasta que...empezaron las clases.
     Lo primero que hicieron los niños fue preguntar qué era cada cosa (está clarísimo cada dibujo. ¡Por Dios!) .  Algunos se mofaban de las imágenes, cómo si ellos fuesen Picasso.  
     Unas colegas manifestaron que los dibujos eran horribles o dejaban mucho que desear. 
     Pero lo que llegó a "deprimir" al artista (postergó el arte por algunos años) fue el comentario, con cierto tono positivo, pero devastador. 
(Recordar que era para un aula de primer año osea, niños de seis años)
- Ayyyyy, pero que hermosooooooooooooooooooooooo.  ¡Qué lindo alfabeto que hicieron los chicos!
   

Maxin Dedos

    Un docente de cuarto año, no se le ocurrió mejor idea, que inventar la historia de una maestra que perdía los dedos.  Esta maestra, llamada Maxin Dedos (sí, sí, ya me imagino qué piensa), cerró la puerta del baño tan fuerte que sus dedos se "escaparon" de su mano.  Jamás pudo recuperar sus dedos (Por las dudas aclaro que esto es un invento de ese maestro). 
     Pasaron los años y por esas casualidades del destino, apareció una carta en la casa de una niña (si no me falla la memoria, se la habían entregado un día viernes a una mamá, a la salida del colegio). Obviamente, la carta apareció el lunes en la escuela, iniciando el gran misterio de... Maxin Dedos.
  La carta decía esto:

El que encuentre el papel, el acertijo debe resolver.
Buscando en cuarto año, con mucho cuidado, no busques en el armario.
Sé más piola como Norma Viola
y busca con el auditorio, por algún escritorio.
¡Pero Cuidado!
El contenido no será dado
Hasta que sea necesario...
                                            Maxin Dedos.
     Las pistas estaban orientadas a que los niños utilicen los puntos cardinales. Luego de seguir todo el recorrido, obtendrían los "dedos" de Maxin y con ellos el tesoro.  
        En este tipo de actividad, los niños se potencian y la motivación cobra tal importancia que el aprendizaje está asegurado.  Salvo que... la historia sea tan terrorífica que algunos niños se asusten.
      Parece ser que una maestra sin dedos genera fantasías terribles en los demás. Un psicoanalista manifestará que la fantasía de castración está latente.  Yo prefiero quedarme con que la historia fue bien narrada, aunque no siempre ocurrió así...
     Conclusión:  Siempre aclarar, aunque sea muy obvio, que una historia inventada es eso, un invento.  Hasta cierta edad, los niños siguen creyendo alguna historia, hasta que la persona que la contó o un referente importante, les manifiesta lo contrario. 

domingo, 29 de enero de 2012

Llegaste un poquito tarde

     Insomnio, puede tener varias causas, entre ellas, preocupaciones, pesadillas, depresión, etc.  Consecuencias, muchas, entre ellas, un descenso pronunciado en el rendimiento diurno, impuntualidad, etc.
     Una de las peores situaciones que puede acontecer cuando iniciamos el proceso de descanso y reposición de energía nocturna, es el insomnio.  La necesidad de dormir y no poder concretizarlo puede llegar a ser desesperante.
      Todos los años, para el mes de junio, Grenius sufría este problema.  Una vez finalizado el mes de Junio, más puntualmente el 27, el ritmo circadiano volvía a la normalidad.
      Obviamente, esto repercutía en la puntualidad frente a sus obligaciones laborales.  Cuestión que se vio bastante subsanada gracias a que en algunos lugares, lo llamaban por teléfono para denotar que debía levantarse.
      El horario de trabajo en una institución era de 7:45 hs. a 12:00 hs. para luego partir a otro lugar.  Esa noche fue bastante compleja, y pese a que el despertador sonó, nunca fue "escuchado" por el yacente.
      Las horas iban pasando y en la institución se preocupaban en demasía.  Llamaban por teléfono sin obtener una respuesta positiva.  Hasta que en el vigésimo intento, alrededor de las 11: 10 hs. se escuchó una voz del otro lado del aparato.
      -Hola. ¿Se despertó la Bella Durmiente? - manifestó dulcemente la secretaria.
       Del otro lado, levantó su mano y mirando la hora dijo - Uhhh, ya voyyyyyy.
     Cortó el teléfono, se vistió rápidamente y salió directo para su trabajo.
      Eran las 11: 30 cuando ingresó a la escuela, siendo su jornada laboral de treinta minutos. Habrá sido el día de trabajo más corto que tuvo en su vida.
      Hoy, cuando llega junio, un batallón de despertadores ayudan a prevenir situaciones indeseables, aunque no siempre resultan efectivos.

sábado, 28 de enero de 2012

Yo abro, tu vomitas, el vomita... ellos vomitan

     No todos tenemos el mismo nivel de tolerancia.  Incluso, hay diversidad en las cosas que generan repulsión.  Hay gente que le produce rechazo la sangre, a otros las deposiciones y así, podremos nombrar infinidad de objetos que desembocan en este sentimiento.
     No es lo ideal que ocurra este en una escuela, pero hay sujetos que son mas susceptibles que otros y frente a un mismo hecho, tienen un estómago "más débil".  Pero es raro encontrar que muchas personas, sufran una repulsión fuerte y al mismo tiempo.  Salvo que el hecho esté perpretado por un individuo, con poca empatía para ciertas cosas y que no le hace asco a nada.
     Hacía algunos meses que tenía unas cucarachas guardadas en un frasco cerrado.  El envase estaba confinado a residir en el fondo del armario, para obtener la libertad vaya uno a saber cuando.
     Luego  de un comentario muy sincero por parte de una alumna  (-Profe, este armario es un asco), el dueño decidió ordenarlo, pues  muy pronto se transformaría en el hogar de seres indeseables.
     Cuando divisó el frasco, recordó la preciada mercancía y sacó la tapa que protegía a los insectos (¿o nos protegía?).  Un olor nauseabundo comenzó a salir del cilindro de vidrio.
     Los niños que se encontraban alrededor comenzaron a tener arcadas del asco.  Del fondo se acercaban niños, curiosos por conocer qué olían y que generara dicha reacción.
     En vano se intentó tapar el frasco.  El olor era tan insoportable, que Luria, luego de dos arcadas comenzó a vomitar.  Lejos del principio de empatía (un niño llora cuando ve a otro llorar), al ver a una compañera vomitando y el olor a cucaracha podrida, generó tanto asco que el turno fue de Luana.   Para prevenir más accidentes,  se decidió que salgan todos al patio y cambiar un poco de aire.
     Una vez que se limpió el salón, pudieron regresar al mismo para continuar la tarea.
     ¿El frasco? Se volvió a usar una vez más y luego fue desechado ¿por siempre?.

viernes, 27 de enero de 2012

Una nota en el auto.

      El ser humano, además contar con un sistema de representación y demás características, posee como cualidad una gran variedad de recursos para cortejar a su pareja.  Desde un hecho simple como una mirada hasta algo mucho más elaborado como actos en los que un sujeto arriesga su vida.
     A veces, una simple notita timorata, busca romper el hielo entre la distancia establecida por los roles establecidos en un holón. Aunque no siempre se obtienen los resultados esperados.
     Todos los días bajaba de su auto y lo dejaba en el mismo lugar.  Contaba con mucho espacio para estacionar, pues aún la confianza en su destreza no estaba tan desarrollada.
     Cuando salía, el ritual se repetía día a día.  Conversaba dos pavadas y luego, se subía a su vehículo para llegar a su hogar.
      Cierto día, una nota extraña decoraba el parabrisas de su auto.  Una carta con la intención de romper esa barrera incosciente entre docente y familia.
       La misma invitaba a tomar algo para conocerse con mayor profundidad  (y no precisamente en el agua).  La misma quedó descartada y no se respondió,  pero se observó cierta incomodidad para el resto de los días en que ambos compartieron el mismo espacio.
    

jueves, 26 de enero de 2012

Algo está colgando

       En algunos colegios, se organizan actividades en conjunto entre el nivel inicial y el primer año de la primaria.   Estas actividades apuntan a una mejor integración de los infantes con el nuevo nivel al que accederían.
      Una mañana, se encontraban los niños de inicial y primer grado con sus repectivos maestros.  La actividad  propuesta era la de utilizar unas colchonetas e ir pasando de un lugar a otro.
      Luego de varios minutos, la clase pasó a ser más distendida, donde primaba la diversión.  Uno de los maestros, haciéndose el pavo, caminó hacia atrás y tropezó para caer sobre una de las colchonetas.   Uno de los niños, al verlo en el suelo, lejos de querer levantarlo, se tiró encima.  Luego fue otro... y otro... y otro.  Así hasta que llegaron a varios niños (muchos infantes).
     El docente que se encontraba en el suelo, se percató que tenía sus brazos aprisionados por el peso de los niños (eran muuuuuchos).  Todo era risas en ese momento.
     Pero no iba a durar por siempre esa situación, pues a una de las niñas (la más pequeñita y la que generaba mayor ternura), le quedó su cara a unos cuarenta centímetros de la cara del maestro.  Estaba tan tentada por la situación que no paraba de reírse.  Pero  esa risa se vio interrumpida por un estornudo aterrador (obvio para el que estaba abajo).
      La cara de Grenario, el maestro que se hallaba sobre la colchoneta, se transformó de repente.  De la nariz de esta "dulce" niña, comenzó a salir una sustancia gomosa y de color verde (si, moco).  Esta sustancia subía y bajaba al compás de la respiración de la infante.
    Grenario veía como lentamente se iba acercando ese elemento a su cara y no podía hacer nada, pues sus manos se encontraban aprisionadas.  La niña, al ver como el concentrado de la nariz salía, se reía aún más haciendo que viboree pero manteniéndose unida a la fosa nasal.
    Lentamente iba acercándose más y más a la cara. Grenario no podía girar su rostro, porque tenía niños que impedían el movimiento de su cuello.  La desesperación era tal que comenzó a pedir ayuda, pero todos reían, incluso la otra docente que se encontraba en el lugar.
     Cuando las leyes de la física cumplieron su labor, la materia cayó de lleno en la cara, muy cerca de los ojos.  El asco fue tal, que no se sabe cómo, pero apareció una fuerza sobrehumana que tiró a todos los niñosa cualquier parte.  Grenario salió corriendo a limpiarse, mientras los demás seguían matándose de la risa.
Conclusión:  Popeye = espinaca = verde =  fuerza
                    Grenario =  moco = verde =  fuerza   
El moco es como las zucaritas, te da fuerzas.

El pedito traicionero

     ¿A quién no le pasó que cuando te ibas a tirar un "pedito", en vez de salir en forma de gas, salía en estado líquido/sólido ?
     A mí no me pasó, pero tenía un amigo (la vieja excusa del amigo) que se excusó con esta pregunta, dando a entender que era algo muy común.   Es más, con un pantalón blanco y totalmente confiado de que era simplemente un gasesito.  Pero la naturaleza es traicionera...
     Cierto día, Bruner estaba algo hiperactivo en clase.  Se le llamó la atención varias veces, hasta que se quedó callado.  Los niños comenzaron a copiar mientras el docente escribía en el pizarrón.
     De repente, un olor hediondo comenzó a inundar el aula.  Lo primero que se piensa es "alguien se está pudriendo por dentro", " se cagó pero no de risa", etc.   El docente pregunta si alguien necesita/desea (ya no es necesidad/deseo, es una obligación) ir al baño, pero el silencio es rotundo.   Al no haber respuesta, se siguió trabajando con tranquilidad, pues habrá sido un "pedito pasajero".
      Un rato después, Bruner se encontraba parado y llorando desconsoladamente.  Frente a las preguntas, no respondía nada.  Una compañerita argumentó que le dolía la cabeza.  Otro manifestó que le dolía porque el olor era muy fuerte.
      Se le pidió que vaya a dirección, pero no atinaba a moverse.  Para "descomprimir" la situación, sonó justo el timbre del recreo y salieron los niños al patio.  Cuando partieron todos los niños, recién ahí salió del aula.  Se llamó a la familia y lo vinieron a buscar.
    Que te ocurra esto, debe ser lo peor que te pase en la escuela. También, pero en menor intensidad, el que se te rompa el pantalón, cuestión que sufrí y aún no olvido (jaja).

miércoles, 25 de enero de 2012

La jaula de las locas

     A muchos sujetos, cuando se topan con otro sujeto de distinta práctica sexual, se ponen muy nervioso. Demasiado nervioso.  ¿Por qué? Infiero que entrará en juego la fantasía, que al verlo con este sujeto, piensen que tendrá la misma sexualidad.  Otra hipótesis, será que la fantansía de que este sujeto se enamore y apareje situaciones incómodas. (Como si a todo homosexual le gusta  toda persona de su mismo género)
     En el  primer día para un docente en Buenos Aires aconteció algo de esto.  Al llegar a la institución, el director lo recibe y le muestra los primeros metros de la escuela, hasta que sonó el teléfono.  Se disculpa para atender y le manifiesta que vaya a recorrer él la escuela, que se iba a encontrar con los demás docentes.
     Al llegar a lo que parecía ser una cocina, se topa con un profesor que lo mira de arriba hacia abajo y manifiesta - Ay, pero que lindo chico, yo con vos pagaría (Esto lo dijo en  broma pero el otro no lo sabía). La cara del otro maestro se transformó.
    Junto a esa especie de cocina, se encontraba un aula y la situación anterior, fue escuchada por una maestra que se encontraba allí.
    Lo tomó del brazo y le dijo: - Vos vení para acá.
    Comenzó a mostrarle la escuela y a contarle los personajes que se encontraban allí.  Cuando llegaron al segundo piso, se encontraba un preceptor jugando con dos plumeros.  Al entrar a la sala, el preceptor comenzó a realizar un baile poco sensual (muy gracioso).  Al presentarse el bailarín, parecía más femenino que todas las docentes que se encontraban en ese edificio. La recorrida siguió sin mayores sobresaltos.
    Más tarde, llegó el vicedirector junto con el dueño.  También, denotaban un brote en exceso de estrógeno por sus poros.
    Al cumplir el horario, salió de la institución preguntándose - ¿Dónde carajo me metí?.

martes, 24 de enero de 2012

La llamada

    La docencia es complicada.  Más aún, cuando abrís la puerta de la heladera y te encontrás con botellas de agua y un limón .
     Antes que la desesperación te gane, aceptas cualquier tipo de trabajo.  Uno de esos trabajos, era revisar una tesis, corregir los errores gramaticales y hortográficos (Je) e imprimirlo para presentarlo en la Universidad. Gracias a una mamá del colegio, pudo llegar a mis manos el mencionado trabajo.
      Para coordinar entregas, dudas o detalles pertinentes a la presentación, hicimos un intercambio de teléfonos.
      El trabajo me llevó aproximadamente quince días  (se incluye un espacio de descanso para no tener errores redundantes) y se presentó en tiempo y forma.
     A las diez de la noche de la semana siguiente, sonó el teléfono.  Era una mamá del colegio que necesitaba saber qué debía llevar al otro día.  El teléfono se lo había pasado la madre de la tesis.
     Al otro día, llamó otra madre, manifestando una cuestión que ni recuerdo. El teléfono se lo había pasado la primer mamá que había llamado.
     El siguiente día llamó otra progenitora, que se encontraba llorando y que, oh casualidad, le habían pasado el teléfono.
     Esto se repitió una semana, hasta que se comprendió que la situación no era correcta.


martes, 10 de enero de 2012

El guardapolvo con voladitos

     Qué bueno es cambiar de trabajo. Todo nuevo, espectativas, ansiedades y fantasías entran en juego, movilizando al sujeto que las vivencia.  Hasta que... lo real supera todo.
     La primer semana había pasado y marchaba todo viento en popa (No, Topa es el de Disney Channel). Cuando llegó la pregunta -¿Voy a usar una chomba o guardapolvo? -se hizo un silencio tenso.
    -Vas a usar este guardapolvo- respondió la voz.
    - No - salió de su boca de manera seca.
    La señora mostraba un guardapolvo azul bellísimo, con unos voladitos preciosos y unas guardas blancas. A cualquier mujer le quedaría precioso.  Lamentablemente, la persona que querían que use ese guardapolvo no era mujer.
     Hubo una discusión (no fue intercambio de palabras) sobre el uso o no de dicho elemento.  Una parte argumentaba que debía estar todos iguales.  La otra parte, esgrimía que era una falta de respeto hacia su persona, generaría incomodidad y otras ideas bien fundamentadas.
   Mientras una de las partes mantenía su postura, la otra intentó frenar la discusión, diciendo que después lo volverían a hablar.   El docente cerró la charla con un caprichoso - No hay nada que hablar, yo no me lo pongo.
    Llegó el inicio de clases y apareció un guardapolvo pero blanco.  Casi se infarta la señora.  Al final, no se usó ni guardapolvo blanco ni con voladitos. Pero a partir de ese día, algo se había roto... la estadía en ese lugar duraría muy poco tiempo.
 
    

lunes, 9 de enero de 2012

Recibí un regalo (Editado10/3/12)

    Acorté el texto porque se hacía muy  largo.  Seguiré anexando, de manera muy concisa (sino se hace tedioso leerlo)  lo que me vaya llegando.
Olivia:
Regalo que sorprendió: Una cadenita

Marijo:
Regalo que sorprendió: Collar de color turqueza.

Azul:
Regalo que sorprendió:  Un anillo de oro.
No podés:   Una tanga.

Geronio:
Sorprendió:  Cartitas.  Llavero. Entrada a recital.
No podés:  Sales de baño.

Marchina:
Más gustó: Un llavero con muchos ositos panda
No podés:  Un collar de madera que parecía una brujería.

Maru Ci
Más llamó la atención:  Un viaje.
No podés: Un viaje.

Lian:
Más le gustó:  Una cadena

Bárbara:
Más le gustó:  El recuerdo diario.

Magui:
Más le gustó:  Una polera.  La re usé.

Belu:
Más le gustó:  Ropa.
Menos:  Una prenda turqueza.

Lau:
Más le gustó: Mate con mi nombre.
Menos: Una caja con un dibujo muy feo.

Lulu:
Más le gustó: Cd de Alejandro Sanz.
Menos: Una pulsera que no combinaba con nada.

Magui II:
Más le gustó:  Un libro casero.
Menos: -

Anis:
Más le gustó:  Cartas. Reconocimiento.

Sil: (Te lo edité, es muy largo.  Un blog tiene entradas cortas y este ya lo vengo acortando hace rato)
Más me gustó: un añillo de oro con una piedrita verde
Sorprendió: Un rosario.
No podés: Un jean re caro.  Demasiada plata para un pantalón.

Marce:
Sorprendió: Órden de compra en un local de ropa
No podés: Desodorante en crema Rexona Odorono

Luly:
Sorprendió: Un anillo antiguo.
No podés: Ninguno.

Te atrapé

    Hay sitios que generan terror, en los infantes, cuando se visitan en horas que no son las acordes.  Esos sitios pueden llegar  a ser un cementerio, una casa antigua, una iglesia y ...una escuela.
     Todos tuvimos miedo alguna vez a que algo cobre vida y nos devore. La mayoría de las  veces, acontece con ese pacífico y hermoso peluchito que nuestra familia nos regalaba. ¿Quién no vio la mirada asesina de ese dulce osito  cuando llegaba la noche?  Yo he visto como Cachilo se regodeaba por las noches para comerme.  Cachilo era mi perro de peluche.
       Pero volviendo a la escuela, parece que hay un miedo en los infantes, que ésta cobre vida y se los coma.  Algo así ocurrió hace un tiempo.
     Un niño no había tenido un buen día y el su maestro le estaba llamando la atención.  Esto ocurría fuera del aula, cerca de unoas escaleras.  El docente realizaba un "sermón", que hasta los mosquitos se alejaban, de lo aburrido de sus palabras (No use repelente, dejá que este señor hable).
     Javo escuchaba. pero su mente deambulaba por alguna de las galaxias del  Universo.    Su brazo parecía que tenía oídos, pues como una serpiente, se movía reptando por una pared.  Lentamente se iba enroscando en una baranda de la escalera.
    Duró un ratito la conversación y se le dio permiso para que vaya al patio a jugar con sus compañeros.  Cuando quiso salir, algo se lo impedía.  El maestro le insistía que vaya al recreo, pero el niño no manifestaba nada y seguía en el mismo lugar.
    Siguió insistiendo, hasta que se percató que algo andaba mal.   El niño no podía salir. La escuela había cobrado vida y se preparaba para devorar al niño (Si, no asusto nadie, pero shhh, sigan la historia).
     El niño comenzó a ponerse nervioso y su brazo se hinchó más, por ende, dificultaba aún más el poder liberar el brazo.
    Se utilizó agua jabonosa, pero no resulto.  La única salida, era ir al corazón de la escuela y con un latigo, dar tres golpes para que pueda ser liberado. Y así fue, Sir Charles, empuñó su látigo, y se dirigió al corazón. Dio los tres golpes y liberó al niño desvalido.  (En realidad, se agarró un palo, se hizo palanca y el infante pudo sacar su extremidad). 
   Tengan mucho cuidado con las escuelas... Sino preguntenlé al niño, que nunca más tocó una baranda. 

El baile (thriller) que no fue...

     ¿Hay gente tan ridícula que transforma la ridiculez en un hecho loable?  Es muy factible.  Cuántas veces vimos a una persona hacer algo que no nos animaríamos nunca, pero sin embargo, esa persona lo hace sin inconvenientes.  Al principio genera vergüenza ajena, pero luego, ese sentimiento se va transformando en admiración.
     Hace algunos años, surgió un desafío por parte de un grupo de niños hacia el docente de su curso.  Éste, sintió tocado su honor  y aceptó el desafío: Bailar una canción de Michael Jackson.  Se estableció un mes de plazo para demostrar sus dotes como bailarín.  
   En vano intentó convencer a una compañera de trabajo, pues ella pensaba de manera muy acertada, que del ridículo no se vuelve.
    La fecha límite se iba acercando y aún no había encontrado un  pasito ni gente que lo acompañe. 
    Faltando cuarenta y ocho horas, comenzó a preparar el cd que sonaría dicho día, pero a la canción de Thriller (recién había fallecido, no sé si era 2009), le "pegó" una canción de Patito Feo para luego finalizar con otra música de Michael Jackson para que todos la canten.  Pensaba que de algo irrisorio, se realiza otro hecho más grotesco no sería algo más ridículo, sino algo gracioso y valiente.
   Así comenzaron los ensayos, hasta que logró coordinar sus dos pies y luego, sus brazos (Nota: jamás pudo coordinar pies y brazos).
    Llegó el tan ansiado día...  Todos esperaban que se realice el famoso baile.  Incluso hubo publicidad en los días previos.   El mismo se realizaría en el primer recreo.
     Cuando tocó el timbre, un malón de niños bajó rápidamente para obtener los mejores lugares.   Increíblemente, la maestra que no quería participar, ¿se ubicó estratégicamente para bailar? (Sabemos que quería, aunque siempre vociferaba que no).    Se ubicó el grabador en el patio y se le dio instrucciones precisas a un niño para que aprete PLAY e inicie la canción. Lentamente, el maestro fue ubicándose en el centro del patio, mientras lo seguían unos doscientos niños.
     A partir de ese momento, todo fue confusión.  Ni que fuese una estrella de rock, una abalancha humana comenzó a empujar a todo ese tumulto de niños y docente.   Parecía un "Pogo" sin música, pues aún no había podido llegar al centro del patio e iniciar el baile respectivo.
    El descontrol llegó a su punto máximo, cuando el maestro no aguantó más el peso de todo el malón de niño y cayó encima de una niña de segundo año (grado).
     Se levantó cómo pudo, levantó a la niña y se dirigió al micrófono.
-  Se suspendió el baile...  Se lo perdieron.  Era hoy o nunca... Lo siento, porque estuve un mes ensayando (???).
    El recreo volvió a la calma y nunca más se hizo el tan promocionado baile... Una lástima, hubiese sido muy divertido.

sábado, 7 de enero de 2012

Elina y las ¿habichuelas?

    No hay nada más lindo para un alumno, sentirse importante dentro del grupo, grado o año al que pertenece.  Vuelvo a destacar la palabra sentirse, porque todos constituímos un holón y sin el aporte de cada integrante, sería un grupo totalmente distinto.  El grupo que se conforma, siempre va a ser mejor, y todos fuimos partícipes del mismo  (De ahí la frase "El mejor grado es el nuestro"¿Quién no la pensó alguna vez?).
    Elina era una niña muy dulce y con una capacidad de sorpresa demasiado llamativa.   Era muy fácil tener empatía con dicha niña, porque además de las características que poseía, "festejaba" todas las pavadas que hacía su maestro.
    Cierto día, se encontraba trabajando con sus compañeritos de primer año(o grado del viejo sistema), en la construcción de una maceta con los clásicos porotos, garbanzos y otras semillas no tan convencionales.  Todo esto para observar el crecimiento y desarrollo de otros seres vivos distinto a los seres humanos (Sí, yo también tengo un amigo que es un potus. Pero no, no es considerado un vegetal).
    Una vez terminado, los niños partieron al recreo y el maestro no tuvo mejor idea, que jugarle una broma a Elina.   Tomó un palito que encontró por el patio y lo ubico en la macetita de la infante.
     Cuando regresaron los niños, la cara de fascinación de todos fue mayúscula.  Todos se habían percatado que sus sentidos los estaban engañando, porque era imposible que una planta crezca tan rápido.  Pero ahí estabala semilla sola, y en un par de minutos,  creció más que lo que sus ideas previas habían especulado.
    Entre las hipótesis que manifestaron fueron las siguientes:
  • Elina trajo una sustancia de la casa.
  • Las semillas eran como las del cuento de "Juan y las habichuelas".
  • Las demás semillas estaban falladas.
  • La niña le habló a las semillas.
  • Le pusieron una jeringa a las semillas.
  • La pico un mosquito y se agrandó (???????????????). (El nene relacionó la picadura del mosquito con que la semilla esa se hinchó)
  • Usó magia (Estábamos leyendo una novela sobre magos, hechiceras y princesas)
    Nadie dudó de Elina (que cambió la maceta) o que haya sido el maestro  el que haya puesto la planta ahí (qué ilusos).  Al final, se les contó lo que había ocurrido, para romper la fantasía generada por unos instantes.

viernes, 6 de enero de 2012

La carita "infeliz"

     Sellitos, calcos o simplemente un dibujo, son estímulos positivos que decoran el cuadernos de los niños.  Aunque también pueden no ser tan positivos. Por ejemplo, cuando se realiza una "carita triste" para denotar que algo no está bien hecho.
      Este recurso, muy característico en primer ciclo, a veces es usado para brindar un envión anímico al niño que lo recibe.
      Una niña, que denotaba un esfuerzo importante para aprobar sociales, no podía plasmarlo en las distintas evaluaciones.  Lejos de desanimarla, se intentaba conversar con ella, para que no amaine la intensidad del estudio.
     Cierto día, se utilizó el dibujo de una carita "feliz", junto a una nota regular (5, cinco. Se aprueba con 7, siete). Lamentablemente, el docente que la dibujó, no gozaba de una habilidad con el lápiz (en este caso birome).
       Al otro día, la familia de la niña pidió a la dirección, que se tenga cuidado con el tipo de dibujo. Cuando se lo plantearon al maestro, este se extrañó, pues no recordaba haber dejado una marca  negativa.
    Cuando observó el dibujo, vio la cara monstruosa que le había salido y el por qué del reclamo.  Pese a que la boca esbozaba una sonrisa, la mirada "diabólica" hacía del dibujo algo no muy positivo.  Igualmente, el docente sigue pensando que ese y sus dibujos son majestuosos. Pese a que recibe varias críticas por ellos.
     A partir de ese día, no realizó más dibujos de carita INfeliz.

jueves, 5 de enero de 2012

¿Ya nos vamos?

      Todos los seres humanos somos distintos, es innegable.  También, tenemos nuestros tiempos para mantener una actividad. Algunos pueden realizar un trabajo durante mucho tiempo, otros dentro de lapso temporal escaso y  uno solo, nulo.  Sí, nulo.
      Primer día frente a un grado, cuanta ansiedad. Sacarían sus cuadernos, copiarían la fecha y realizarían la primera actividad planificada.    Luego de las presentaciones y demás, llegó la hora de comenzar a usar el cuaderno.
      Se puso la fecha en el pizarrón y se copió el título.  Cuando el maestro se dio vuelta, se dio cuenta que un nene no había sacado ninguno de sus útiles y su cabeza se encontraba apoyada en su brazo izquierdo.
      - Profe, dame cinco minutos más.  Ya saco el cuaderno. - Manifestó un nene con cara de sueño.
      Luego de indagar un poco al alumno, pudo comprobar que el niño se quedó despierto hasta altas horas de la noche.  Luego, convenció Lucius para sacar su útiles para copiar la consigna de trabajo.
     Cuando se dio vuelta  y dejó de observar al niño, el infante volvió a guardar su cuaderno y cartuchera.
- ¿Cuánto falta para que nos vayamos? - preguntó el niño.
- Entramos hace treinta minutos- respondió su maestro.
       Nuevamente trató de convencer al nene para que continue con su trabajo.    Esta situación se volvió a repetir tres veces más. El docente pensó  que seguramente, no había podido dormir por la ansiedad del primer día.
     A la mañana siguiente, la situación volvió a repetirse,  así que decidió conversar con la madre del niño para comentarle lo acontecido.
     La madre manifestó que se acostaba temprano pero que le prestaría atención a lo que ocurría.
     El cuaderno de Lucius estaba demasiado prolijo, pues directamente no copiaba nada.  Indagando con mayor ahínco, preguntando y repreguntando sobre todo lo que hacía y el porqué no podía dormir, llegó a la clave del asunto.
     El nene se acostaba temprano, pero cuando la madre se dormía, el niño prendía la televisión.  No miraba el canal de dibujitos ni programas infantiles.  Sus dedos marcaban el canal codificado Venus (pornográfico) e intentaba ver las imágenes que mostraban.  En aquella época, los codificados mostraban rayas, permitiendo ver algún que otro tipo de imagen.
     A partir de ese día (no, no, no, no venía el maestro con sueño) Lucius pudo descansar un poco más.
    

miércoles, 4 de enero de 2012

Los celos te pueden superar...

     Hace mucho tiempo, era muy común regalar a su maestro, una manzana que ubicaba estratégicamente en su escritorio.  Hoy no es tan frecuente, pero se pudo observar en una escuela, que algunos niños trajeron insectos, sandwich de milanesa (Sí, pero será narrada más adelante), calcomanías, caracoles (que estuvieron previamente en la heladera) e incluso, un pajarito muerto.
      Cierto día, una alumna regaló un calco (lamentablemente, se está usando mucho la palabra stikers para reemplazar esta palabra) para decorar su cuaderno de notas (¿Para hacerlas más bonitas?).
      El docente agradeció el dulce presente y le manifestó que a partir de ese momento, el cuaderno quedaría mucho más bonito.
     Pasaron los días, y otra niña también le regaló un adhesivo para pegar en esa libreta.  Quedaba poco masculino, pero la misma gozaba de tan mal aspecto, que un toque femenino no le venía mal.
      Cuando la primera niña vio que tenía una calcomanía nueva, su cara se transformó y comenzó a levantar su tono de voz.  
-  Pero quién te pegó esto ahí.  No puede ser, si yo te regalé una ya. (...)  - acotaba la niña.
    El maestro miraba sin entender nada.  La niña se enfurecía más y más. El docente  intentó dar una explicación pero no sabía porqué, qué, ni cómo (todavía piensa igual). También, la compañerita que regaló el calco esbozó una justificación, pero fue en vano.    Luego de algunos minutos de convesar con la joven, esta se fue a sentar ofendida por la situación que le hizo vivir su maestro ruin, desagradecido e infiel (¿¿¿¿¿?????????).


El por qué de una novela.

       Siempre que tuve una presentación del libro me preguntaron el por qué lo escribí.  Y siempre contesto lo mismo:  "En un primer grado, leíamos cuentos pero no les gustaban mucho. Así que les terminé escribiendo esa novela, en la que ellos, mis alumnos, eran los protagonistas".
     En realidad, esta anécdota está incompleta dado que no solamente lo escribí porque los textos leídos no satisfacían sus ansias de desarrollar la lectura, sino en agradecimiento.
     Muchas veces acontecen situaciones que el ser humano no está preparado y pueden calar muy hondo en su persona.  También, cada sujeto tiene distintas características (me gustaría usar el término herramientas) para afrontarlas.  A veces, el medio externo, con unas simples palabras o gestos puede lograr que afrontemos esas situaciones de mejor manera. 
     Este grupo de primero (no fue el único), ayudó mucho a sobrellevar una situación triste, en la que me encontraba en dicho momento.
    Un gesto, unas palabras o cualquier manifestación por parte de un Otro, que a priori, pueda parecer "simple", puede ayudar y mucho a una persona que no se encuentre emocionalmente bien.
     No todos los que leyeron el libro, se percataron que la escritura es diferente a lo largo de los capítulos.  Esto es así, porque la parte que fue escrita para ese grupo de primer año, era insuficiente para lo que pretendía una editorial.   Transcurrieron tres años para ser reescrita y llegar a la cantidad de capítulos con los que actualmente está editada.   (Adivinen qué capítulos son de la primera parte)
     Como he manifestado con antelación, aún tengo "cuentas pendientes", aunque no siempre se enteran, que aparecen en alguna "creación", del eterno agradecido.

martes, 3 de enero de 2012

knocking on bathroom door (golpeando las puertas del baño)

    Quién diría que la famosa canción compuesta por Bob Dylan, luego popularizada por Guns and Roses y modificado su título por mí, serviría como introducción para la siguiente historia.
      Para el día del estudiante, se pensó en una actividad recreativa, en la que tengan que poner en juego el saber y el pensamiento.  Una de esas actividades era una búsqueda del tesoro con distintos acertijos.
     Competían cuarto, quinto y sexto por descifrar los diferentes acertijos y alzarse con el premio final: Un gran tesoro.
     El día anterior, fueron elaborados con asombrosa creatividad (¿Algún problema?. Yo soy el que escribe. Shhh.), distintos acertijos.  Entre esos acertijos, uno involucraba la espalda de una de las maestras.
     - Zapato, pegate esto en la espalda que uno de los acertijos, van a llevarlos ahí. - Manifestó Geroldo.
     -  Ay. No, no, no. Sos un hincha ... Respondio Vernacia.
   Luego del pequeño diálogo, Vernancia  pegó el cartelito en su espalda y se quedó pululando por el patio junto a su compañera Lupita.   Todo lo que Geroldo proponía, Vernancia y Lupita protestaban y decían que no, pero luego terminaban participando.
      Los niños, a medida que resolvían los acertijos, su nivel de excitación aumentaba.  La competencia entre los distintos años incidía sobre esto.
      Nadie sabe cuando, pero Vernancia fue al baño.  Los docentes no tienen necesidad de avisar que tienen una necesidad fisiológica. Tampoco nos importa, pero ese día era trascendental saber eso.
       Llegó el acertijo séptimo, que decía así:
Os bendigo a todos, menos a Vernancia, pues para purificarla, denle una palmada en su espalda.
     Cuando leyeron la nota, estaban tan descontrolados, como una horda que peleaba por el poco alimento de una región.   Se escuchaban gritos de Verónicaaaaaaaaaaaa.  ¿Dónde estásssssssss?.  
       Una voz muy aguda gritá - Yo sé dónde está.  Se encuentra en el baño.
      La señorita,que había escuchado los gritos desaforados, comenzó a transpirar.  Pero la transpiración aumentó su caudal, cuando reconoció la voz de Moria que manifestaba dónde se encontraba.  
       Muchísimos pensamientos desagradables, sobre Geroldo, recorrieron su mente.  Desde prenderlo fuego, hasta hipnotizar unos conejos y convecerlos de que se hagan antropófagos.  
         Cientos diez almitas comenzaron a rodear la puerta del baño.  Ciento diez angelitos se transformaron en bestias y comenzaron a golpear la puerta del baño donde se hallaba la maestra aún sobre el inodoro.  
          Cada golpe que daban, retumbaba del otro lado de la puerta, como un trueno cercano.  La cabeza de la pobre maestra, oscilaba desde una peglaria a Dios, para que no ceda la puerta hacia muchísimos improperios para Geroldo.  
         Fueron los dos minutos más fuertes de toda su vida.    Las glándulas suprarrenales quedaron secas por varios años, de tanta adrenalina producida. 
       Hoy recuerda la anécdota con ¿risa? pero a la búsqueda del tesoro, no juega nunca más.

El costurero

      Más allá de todos los aprendizajes que adquieren los docentes a lo largo de su carrera, hay uno que es trascendente y quizás no se lo tenga muy en cuenta.  Luego de varios años de profesión, puedo afirmar sin ponerme colorado, que soy todo un costurero (Bueno, me puse colorado. ¿Y qué?)
      Lejos quedaron las épocas de aquel blanco, inmaculado, impecable y límpido guardapolvo blanco.  Muy lejos, porque sólo duró un día con tales características (igual, ya no uso más, por ahora).
    Luego del primer día de clases, una hermosa manito quedó marcada cerca de la zona de los riñones.  Más adelante, cayó el primer botón.   Parece que a los botones no les gusta estar amarrados a la tela, porque se genera un poco de tensión y salen disparados de manera muy facil.  Soy un experto en coser botones.
     Los bolsillos, depósito de figuritas, bolitas, caramelos, etc.  Sobrecargados en lapsos de tiempo que no duraban más de quince minutos, pero eran suficiente para que explotaran y luego, ser suturados una y otra vez.
    La parte trasera del guardapolvo, a partir de este momento, denominada "cosito de atrás" (No, no sé cómo se llama y no lo pude encontrar. Si alguien sabe, por favor avise cómo se denomina), también sufrió los embates de esas criaturas.  Jaloneos constantes hacen que su durabilidad sea puesta en duda.  Tampoco sabemos la función de este elemento, que por ahora, seguirá siendo decorativa para mi persona.
    Muchas veces, en su afán de llamar la atención, los niños utilizan un tirón para comunicarse con el adulto. Esa necesidad de estar agarrando todo el tiempo es una constante, por más que los estés mirando a los ojos, surje ese movimiento repetitivo. Algunos más temerosos de la figura docente, usan el dedito indice que da pequeños golpecitos en algún sector del cuerpo.
     Ese tironcito, que a priori resulta inofensivo, no lo es tanto.  Cierto día, el pobre guardapolvo ex blanco, ex inmaculado, ex impecable y ex límpido no aguantó más y murió.  Si, murió.  Una niña, con fuerza sobrehumana, con gran entusiasmo comenzó a tirar para que su maestro la escuche.  Al segundo tirón, un ruido atronador azotó al patio del recreo.  Pensaron que era un trueno, pero no.  Era el guardapolvo que se había quedado sin manga.  No podés romperle la manga a un guardapolvo. No podéssssssssssssssssss  Magdalena (sí, te cambié el nombre).
    Luego de una operación muy cuidadosa, el guardapolvo pudo ser recuperado, pero jamás... jamás  volvió a ser el mismo.

lunes, 2 de enero de 2012

Un baño por favoorrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.

    ¿Cuántas veces necesita defecar un animal? Una, dos, tres... ¿Y un humano?. Cuando son bebés, después de cada comida pero cuando ya tienen mas de seis años, tres veces en la misma mañana es sinónimo de que si sigue así, va a desaparecer...
    La primera visita como docente fue a un acuario con alumnos de segundo año. Previamente se conversó con la dueña del negicio  para realizar la visita y como abría tarde, se planificó hacer un recorrido por el río y el barrio.
     Para esa visita, me acompañó Juan, un compañero del profesorado.  Tomamos una soga (si, ya sé, totalmente aberrante) y formaditos salimos a la calle.  La soga duró dos minutos dado que era un grupo que se dispersaba con mucha facilidad.  Antes de partir, cada niño fue al baño para evitar problemas posteriores.  Entre ellos estuvo Jonás, cuando sale del baño, describe la cantidad de "material producido".
     Caminamos ocho cuadras para acceder al río y nos ubicamos cerca de unos juegos.  Observamos un rato el lugar para luego seguir caminando por la ribera del río.  Hasta allí espectacular.  Decidimos sentarnos un rato cerca de una estructura de cemento para luego retomar el viaje al negocio.
      De pronto, Juan avisa al docente que había un niño que hacía como una especie de movimiento rocking pero tomándose las manos.  - Geraldo, me parece que ese nene se siente mal - aduce Juan con muchísima lucidez mental.
      Al nene solo le faltaba gritar para que hasta los peces del mar se percaten que tenía problemas estomacales.  Cuando se le preguntó a Jonás, este adujo que necesitaba ir al baño.
       Caminamos doscientos metros y accedimos a los baños del río.  Aprovechamos para que vayan todos los que necesiten realizar sus necesidades fisiológicas.   
      Se acercaba la hora de apertura del acuario, así que decidimos proseguir el viaje.
    Varios minutos después llegamos a destino, pero el negocio se encontraba cerrado.  Era la hora pactada, así que no dirigimos a unos juegos que se encontraban cerca de la estación del tren, frente al negocio.
     Pasaron cinco minutos para que se repita la misma situación que en el río. Jonás  volvía a realizar ese movimiento de rocking.  - Jonás, ¿qué te pasa? (sí, ya se que era obvio, ¿y?) - preguntó el maestro.
     El niño comentó que necesitaba ir al baño de nuevo. El maestro pensaba dónde encontraría un baño en ese lugar.  Hasta que se percató que en toda estación tiene que haber un baño.  Llamó al niño y este lo acompañó a recorrer el sitio.
      Divisaron un cartel que indicaba la presencia de los baños y ahí la calma volvió a estar presente en el docente.   Al acercarse a la puerta verde de entrada,  vieron un cartel de papel pegado burdamente que tenía la siguiente leyenda:
BAÑO CLAUSURADO.
- Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo - Gritó el maestro desesperado.
    Ese grito fue escuchado por un señor que se encargaba del aseo de la estación. Al ver al pobre maestro, se apiadó de este y le permitió usar el baño, dándole la llave del cuarto, pero con la advertencia de que no tiren la cadena.    Con tal de resolver dicha urgencia, el maestro era capaz de bailar una polka.
     Le llevó 5 minutos reloj realizar "su trabajito" para luego manifestar - Profe... No hay papel.
- Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo - Le salió del alma el grito.
     Salió con mucho nervisismo mirando para todos lados.  Los negocios, en su gran mayoría continuaban cerrados y los que estaban abierto difícilmente vendan papel higiénico.  Ya pensaba preguntar en la floreriría, pero lo descartó al instante.  Geraldo observó con mucho "cariño" unas hojas gigantes de una planta de nombre desconocido (lamentablemente no soy botánico).
     Una mano toca el hombro del educador y este, al darse vuelta, se encuentra con el señor que le había dado la llave del baño.  Le señala una calle y le dice que a la vueltita hay un kiosco para conseguir el tan preciado papel.
      Luego de la gran odisea, el negocio abrió. La dueña, con cara de dormida, esbozó una excusa que no la creyó ni el diariero de la esquina (y eso que ni siquiera estaba ahí para escucharla). Compramos los peces y volvimos sin ninguna parada a la escuela.
     A partir de ese momento, lo primero que carga el Geraldo, no es el botiquín ni las autorizaciones. Lo primero que toma,  es el papel higiénico.

Por una cabeza... de conejo.


      No es extraño que las Ciencias Naturales, sea el área que cuenta con mayor simpatía entre los niños.  Observación, experimentación, etc. hacen que los alumnos se interesen en demasía y, en su afán de ampliar el conocimiento, colaboran con distintos elementos que obtienen de manera casual (no se descarta que el mismo profesor traiga pájaros muertos, insectos de todo tipo, etc.  Hay gente que piensa que si un ser muere en el campo de acción de este docente, es capaz de llevarlo al aula para abrirlo y ver qué tiene dentro).
      Una alumna, muy deseosa de colaborar, trajo algunas cabezas de conejo.  El profesor, que  no contaba con dos módulos continuos ese día, le pidió que los deje en la heladera del colegio.  La alumna, antes de irse, cumplió con lo estipulado por el maestro.
      Al otro día quedaron los cráneos en la heladera. Y al otro. Y al otro... ¿Hace falta aclarar que el maestro y la alumna olvidaron completamente del nuevo contenido de la heladera?
      Todo el mundo sabe, que aunque un alimento esté dentro de la heladera, también puede descomponerse.  El frío actúa como atenuador de los microorganismos que descomponen los restos biológicos. Bueno, parece que este principio de la biología no  fue escuchado por varias cabezas de conejo.  Y eso que tienen dos orejas muy grandes.
      Cierto día, comenzaron a mover muebles y separar cajas, pero nada.  Una rata había muerto y su cadáver se estaba descomponiendo ahí, en ese lugar.  Sin lugar a dudas, pensaron que debían mover la heladera, pues seguramente el resto del ser se hallaba en el hueco donde se aloja el motor.  Era el único lugar que les faltaba revisar (Aclaración: que creían que les faltaba revisar).
       El olor era tan nauseabundo que hacía insoportable la estadía en ese ambiente escolar.  Ayudó mucho que ese día era lunes y el accionar de las bacterias no descansa los fines de semana.
       Finalmente, encontraron los restos del pobre mamífero, dentro de la heladera en un estado límite entre lo asqueroso  y espantoso.  Obviamente, se prohibió el uso de esa heladera para este tipo de cosas, pero... nunca especificaron de qué heladera hablaban.  No sé, yo nunca abriría la heladera de un maestro de Ciencias Naturales.

domingo, 1 de enero de 2012

Cementerio de palomas

     Todo ser vivo nace, crece, se desarrolla, tiene células...(bla   bla) y muere...  Y sí, muere.  Incluso las palomas mueren.  
     Lo que no es propio de todo ser vivo es que elija el lugar donde morir.  Algunos sujetos creen que ciertos animales tienen un comportamiento extraño, se juntan en un sitio a esperar con "tranquilidad" su muerte.  En este grupo podríamos mencionar a los elefantes, de ahí la frase "cementerio de elefantes" (hay una explicación científica sobre esto que dista mucho de que se reúnan a morirse porque allí se encuentran sus antepasados, pero no es un blog pensado para esto). 
     En una escuela de Buenos Aires, parece que hay un aula que debe tener un "epicentro energético" que llama a que las palomas descansen en paz (siempre exagerando yo,  porque en realidad fue una sola paloma).
     Una mañana, antes de que se abran las puertas a los niños, una paloma se encontraba deambulando, denotando que le quedaba muy poco tiempo de vida.  Volaba muy mal, emanaba un líquido muy extraño (no era diarrea pero ese líquido no lo toco ni con un palo y eso que no soy asqueroso) y daba pasos de manera muy dificultosa. 
     El ave se introdujo en el aula de quinto año para luego ser retirada por personal de la institución.  A los 5 minutos, se introdujo nuevamente para ser retirada al instante por la misma persona.  
    La tórtola que se encontraba en sus últimos momentos y buscaba un lugar para descansar en paz (pobre ilusa, si pensaba que iba a descansar en ese lugar) quedó pululando por las afueras del colegio.
    El día terminó y devino el fin de semana.  Cuando el calendario marcó el día lunes y las puertas de la escuela se abrieron, los niños esperaron en el patio para entrar.  Como era un día muy fresco, los docentes acompañaron a sus alumnos al aula para quedarse allí y esperar que se haga la hora para dar inicio a la clase pertinente.
     Eran seis niños y el maestro.  Al ingresar, el docente abre el armario y comienza a buscar unas fotocopias.  Al rato, comienza a escucharse cierto bullicio y niños corriendo por el aula.  El docente les advierte que no corran pero advierte que el alboroto no cesa y escucha: - Basta Carola, sacá esoooooo.
      Cuando se levanta para llamar con mayor intensidad la atención de los que corrían, queda absorto con la situación que presenciaba. 
      Carola perseguía a Luguercio con una paloma muerta en sus manos, haciendo cómo si la torcaza le quisiera dar un beso a cada niño. 
      La sorpresa del docente fue mayúscula.  La fascinación por lo que sus ojos veían, cómo una niña, lejos de tenerle miedo o asco a ese ser emplumado, lo usaba para asustar a sus compañeros.  Luego de una lenta reacción, le llamó la atención a la niña y le pidió que se lave urgentemente las manos.  
         El ave logró su cometido y murió donde quiso. A partir de este suceso se ha generado un nuevo mito, el de  Cementerio de palomas.

Himno a la Alegría

    Cuando un aprende algo siente la necesidad de poder utilizarlo en algún lugar. (Ese "aprende" queda muy grande pero bueno) Así pensaba un profesor, con ansias de poder implementar lo que estaba estudiando: violín.
    El lugar ideal para poder "deleitar" (palabra totalmente discutible) a las personas con su nuevo arte era la escuela.  Allí surgió la posibilidad de poder demostrar lo aprendido, cuando le confirmaron que había que preparar algo con los niños para la llegada de  la Virgen de San Nicolás.
    Tomó el "Himno a la Alegría", modificó la letra y la adaptó para obtener el "Himno para María".  Practicó y practicó pero nunca sonó como Beethoven la compuso (eso es parte de otra historia).
    Los niños, haciendo un gran esfuerzo, cantaron al compás de la canción...
    Pasó el tiempo y en clase de música, la profesora tomó una flauta y comenzó a tocar la nueva melodía que iban a aprender.  No hace falta decir que era el Himno a la Alegría.
    La señorita de música, tratando de conocer los saberes previos de sus alumnos preguntó si habían escuchado antes la canción.  Todos los alumnos respondieron al unísono con un sí rotundo.
    La profesora sorprendida  por la respuesta, siguió indagando para averiguar del por qué de tanta sabiduría.
- ¿Y quién escribió esta canción?, preguntó la profesora.
Todas las manos se levantaron y la profesora abrió aún mas los ojos.  Seleccionó a una niña que levantaba la mano con una intensidad inusitada.
    De manera muy "canchera", denotando que la profesora preguntaba algo muy obvio y que todo el mundo sabía contestó:  - El profesor Gerardo, obviooooo.

Rubia con guardapolvo "detiene" colectivos.

     A veces los seres humanos somos tan egocéntricos que pensamos que el Universo está complotado contra nosotros.  Esos sentimientos se ven alimentados cuando nos dirigimos a la "parada" de un colectivo y al encontrarnos  a escasos metros, vemos como pasa el "tanque metálico" por delante de nuestros ojos.  Por más que atinemos a levantar el brazo para que el vehículo frene, observamos con enfado, cómo el chofer mueve de un lado a otro su dedito índice, denotando que no va a frenar ni por casualidad, mientras el resto de los pasajeros mueve sus manitos cómo esbozando un saludo de despedida (esto último entra en la fantasía del que escribe).
     Si el lector es un asiduo explorador urbano, se habrá percatado que no ocurre lo mismo con todos los seres del pavimento.  Hay un grupo que queda exento.  Ese grupo suele tener cabellera larga, rubia y un guardapolvo que denota trabajar con niños.  Esas trepadoras (espero que no se ofendan, estoy jugando con el texto)  sueltan su suave, dócil y juguetona cabellera para que el reflejo de la luz solar encandile a los mortales que transitan la zona.
      Desde hacía varios años, todos los días hábiles volvían caminando por la vereda, tres docentes.  Uno de ellos acompañaba y los otros dos debían tomarse distintos colectivos.  Uno de ellos... era el "espécimen" mencionado en el párrafo anterior.
     Muchas veces, cuando el grupete se encontraba a mitad de camino para acceder al transporte, irrumpía por la calle el vehículo de la señorita rubia, joven y con guardapolvo (nunca lo llevaba pero se notaba a la legua que era maestra).    Correr era imposible, pues el deplorable estado físico (obviamente que el muchacho no) de la docente dejaba mucho que desear.    La única alternativa era intentar detener el vehículo con la mano como si hubiese una "parada" imaginaria.
     La primera vez que intentó el método descripto generó risas de sus acompañantes, pensando en lo ilusa que denotaba ser la señorita, aunque, manfiestó que no pensaba que se iría a detener. Lejos de seguir avanzando, detuvo su marcha para permitir el acceso al vehículo por parte de la joven.
     Salvo una vez (el colectivero iba con un pañuelito rosa en su muñeca generando dudas sobre su condición sexual), cada vez que aparecía el colectivo, siempre paró para que la muchacha pueda ingresar.
     El que escribe, jamás pudo frenar un colectivo así.  Incluso si se ubica delante de este (debo confesar que me atropelló un colectivo 59).  He visto gente que para el colectivero no existe. La pregunta es: Si queremos mejorar cómo conducen los colectiveros, ¿deberemos ponernos una peluca rubia al vienro y un guardapolvo de maestra jardinera?