Qué bueno es cambiar de trabajo. Todo nuevo, espectativas, ansiedades y fantasías entran en juego, movilizando al sujeto que las vivencia. Hasta que... lo real supera todo.
La primer semana había pasado y marchaba todo viento en popa (No, Topa es el de Disney Channel). Cuando llegó la pregunta -¿Voy a usar una chomba o guardapolvo? -se hizo un silencio tenso.
-Vas a usar este guardapolvo- respondió la voz.
- No - salió de su boca de manera seca.
La señora mostraba un guardapolvo azul bellísimo, con unos voladitos preciosos y unas guardas blancas. A cualquier mujer le quedaría precioso. Lamentablemente, la persona que querían que use ese guardapolvo no era mujer.
Hubo una discusión (no fue intercambio de palabras) sobre el uso o no de dicho elemento. Una parte argumentaba que debía estar todos iguales. La otra parte, esgrimía que era una falta de respeto hacia su persona, generaría incomodidad y otras ideas bien fundamentadas.
Mientras una de las partes mantenía su postura, la otra intentó frenar la discusión, diciendo que después lo volverían a hablar. El docente cerró la charla con un caprichoso - No hay nada que hablar, yo no me lo pongo.
Llegó el inicio de clases y apareció un guardapolvo pero blanco. Casi se infarta la señora. Al final, no se usó ni guardapolvo blanco ni con voladitos. Pero a partir de ese día, algo se había roto... la estadía en ese lugar duraría muy poco tiempo.
La primer semana había pasado y marchaba todo viento en popa (No, Topa es el de Disney Channel). Cuando llegó la pregunta -¿Voy a usar una chomba o guardapolvo? -se hizo un silencio tenso.
-Vas a usar este guardapolvo- respondió la voz.
- No - salió de su boca de manera seca.
La señora mostraba un guardapolvo azul bellísimo, con unos voladitos preciosos y unas guardas blancas. A cualquier mujer le quedaría precioso. Lamentablemente, la persona que querían que use ese guardapolvo no era mujer.
Hubo una discusión (no fue intercambio de palabras) sobre el uso o no de dicho elemento. Una parte argumentaba que debía estar todos iguales. La otra parte, esgrimía que era una falta de respeto hacia su persona, generaría incomodidad y otras ideas bien fundamentadas.
Mientras una de las partes mantenía su postura, la otra intentó frenar la discusión, diciendo que después lo volverían a hablar. El docente cerró la charla con un caprichoso - No hay nada que hablar, yo no me lo pongo.
Llegó el inicio de clases y apareció un guardapolvo pero blanco. Casi se infarta la señora. Al final, no se usó ni guardapolvo blanco ni con voladitos. Pero a partir de ese día, algo se había roto... la estadía en ese lugar duraría muy poco tiempo.
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