No todos tenemos el mismo nivel de tolerancia. Incluso, hay diversidad en las cosas que generan repulsión. Hay gente que le produce rechazo la sangre, a otros las deposiciones y así, podremos nombrar infinidad de objetos que desembocan en este sentimiento.
No es lo ideal que ocurra este en una escuela, pero hay sujetos que son mas susceptibles que otros y frente a un mismo hecho, tienen un estómago "más débil". Pero es raro encontrar que muchas personas, sufran una repulsión fuerte y al mismo tiempo. Salvo que el hecho esté perpretado por un individuo, con poca empatía para ciertas cosas y que no le hace asco a nada.
Hacía algunos meses que tenía unas cucarachas guardadas en un frasco cerrado. El envase estaba confinado a residir en el fondo del armario, para obtener la libertad vaya uno a saber cuando.
Luego de un comentario muy sincero por parte de una alumna (-Profe, este armario es un asco), el dueño decidió ordenarlo, pues muy pronto se transformaría en el hogar de seres indeseables.
Cuando divisó el frasco, recordó la preciada mercancía y sacó la tapa que protegía a los insectos (¿o nos protegía?). Un olor nauseabundo comenzó a salir del cilindro de vidrio.
Los niños que se encontraban alrededor comenzaron a tener arcadas del asco. Del fondo se acercaban niños, curiosos por conocer qué olían y que generara dicha reacción.
En vano se intentó tapar el frasco. El olor era tan insoportable, que Luria, luego de dos arcadas comenzó a vomitar. Lejos del principio de empatía (un niño llora cuando ve a otro llorar), al ver a una compañera vomitando y el olor a cucaracha podrida, generó tanto asco que el turno fue de Luana. Para prevenir más accidentes, se decidió que salgan todos al patio y cambiar un poco de aire.
Una vez que se limpió el salón, pudieron regresar al mismo para continuar la tarea.
¿El frasco? Se volvió a usar una vez más y luego fue desechado ¿por siempre?.
No es lo ideal que ocurra este en una escuela, pero hay sujetos que son mas susceptibles que otros y frente a un mismo hecho, tienen un estómago "más débil". Pero es raro encontrar que muchas personas, sufran una repulsión fuerte y al mismo tiempo. Salvo que el hecho esté perpretado por un individuo, con poca empatía para ciertas cosas y que no le hace asco a nada.
Hacía algunos meses que tenía unas cucarachas guardadas en un frasco cerrado. El envase estaba confinado a residir en el fondo del armario, para obtener la libertad vaya uno a saber cuando.
Luego de un comentario muy sincero por parte de una alumna (-Profe, este armario es un asco), el dueño decidió ordenarlo, pues muy pronto se transformaría en el hogar de seres indeseables.
Cuando divisó el frasco, recordó la preciada mercancía y sacó la tapa que protegía a los insectos (¿o nos protegía?). Un olor nauseabundo comenzó a salir del cilindro de vidrio.
Los niños que se encontraban alrededor comenzaron a tener arcadas del asco. Del fondo se acercaban niños, curiosos por conocer qué olían y que generara dicha reacción.
En vano se intentó tapar el frasco. El olor era tan insoportable, que Luria, luego de dos arcadas comenzó a vomitar. Lejos del principio de empatía (un niño llora cuando ve a otro llorar), al ver a una compañera vomitando y el olor a cucaracha podrida, generó tanto asco que el turno fue de Luana. Para prevenir más accidentes, se decidió que salgan todos al patio y cambiar un poco de aire.
Una vez que se limpió el salón, pudieron regresar al mismo para continuar la tarea.
¿El frasco? Se volvió a usar una vez más y luego fue desechado ¿por siempre?.
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