miércoles, 11 de abril de 2012

Autorizo a mi hijo...

     Cada familia es un mundo, y dentro de ella, las reglas y valores pueden diferir con respecto a otros grupos sociales.
     Era la primera salida que iba a realizar el grupo de alfabetización, en uno de los barrios donde funcionaba el proyecto.  Para muchos niños, era su primera salida a un lugar distinto a la escuela y a la dura realidad del barrio.
     Los padres que iban a acompañar a los niños en el día, estaban muy ansiosos. Los progenitores que depositaban su confianza en los guías, parecía más tranquilos.  Algunos papás, manifestaban que desaban que no volvieran, mientras reían con una carcajada que rozaba lo siniestro.
    Tímidamente, uno de los niños que iba a participar de la actividad, se acercaba junto a su padre. Joan, no era un niño que conversaba, ni tenía gestos bruscos, pero su padre, era todo lo contrario.  En cada oración, brotaba de su boca algún improperio. Para descansar su voz, utilizaba una pausa junto con un salivazo que caía a los costados de su cuerpo, bajo la atenta mirada de Gunter, el guía del grupo (vaya uno a saber porqué miraba, si por lo llamativo de la situación o porque iba a analizar el color o viscosidad del producto salival).
    El contraste, entre padre e hijo era tan notorio, que Gunter pensaba que el niño era de otra familia.  El padre demasiado agresivo y el hijo demasiado tranquilo.  Tan tranquilo, que con el parpadeo uno podría verificar si ese cuerpo tenía vida.
    Para finalizar la eterna conversación entre el padre y Gunter, el padre finaliza con la frase - Profe, shi Joan shega a romper las pelotas, le da una ñapi.  Yo lo dejo, lo agarra y le pega así (le da un golpe). 
- Señor, por favor, no le pegue. Joan es un dulce de leche.
- No profe, este es un pelotudo, ashi que  vos (señala al nene) si te hashes el loco, el profe te va a cagar a piñas, etendiste?....
... Contetá la puta que te parió, hablá marica de... 

- Señor, empiece a tranquilizarse, ... 
    Días después, hubo una conversación con el papá para guiarlo un poco sobre cómo mejorar el vínculo con su hijo. 
    Obviamente, pese a la autorización del papá, no se usó la violencia física con el niño.

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