jueves, 5 de abril de 2012

Si querés llorar, no llores.

     El llanto cumple varias funciones, pero  una de las principales, es la descarga de tensión generada por distintas situaciones. En la escuela, encontramos muchísimas situaciones en las cuales, la consecuencia es el llanto.
    Es muy común, que cuando un niño se golpeé, se ponga a llorar si observa sangre en la zona afectada.  Otros niños lloran, cuando algún compañerito los molesta o no los deja participar en algún juego.  También se produce el llanto, cuando alguna situación fuera del colegio, los aqueja.
    En general, en las escuelas encontramos docentes con distintas personalidades y características.  Encontramos docentes intimidantes, jocosos, inflexibles, paternales, etc.
    Gunter pasó por varias instituciones de diferentes características, estatal, privada, clase alta, baja y media, especial o "normal", etc.  Dictó clases particulares a alumnos de 6 años hasta 82 años.  En todos los lugares que trabajó como docente, hubo un hecho  demasiado común, además del ejercicio cómo docente: el llanto.
   Luego de algunas preguntas, ese hombre profesional, exitoso y con sus 82 años en su espalda, comenzó a llorar como un niño desconsolado.  Gunter no entendió porqué, pero era seguro que los interrogantes lo pusieron en esa situación no buscada.

   El día anterior había entregado las evaluaciones y a un alumno no le había ido muy bien.  Cuando el docente le  preguntó, con un tono cordial,  si había podido estudiar, las lágrimas comenzaron a brotar de su rostro. 
    Pese a que no se considera un docente que trasmite miedo, bastaba una pregunta sobre qué le pasaba o cómo se encontraba para que genere en el otro un momento de descarga.  Aún hoy no entiende bien el porqué, pero es una situación demasiado común que genera replanteos constantes sobre cómo hablar con un Otro.
    La escena no se repite sólo en el ámbito educativo, pues Gunter tiene la facultad, de trasladarla distintos ámbitos cómo colectivos (es increíble), calle o negocios.
   

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