Cuando las mujeres entran en la pubertad, se producen muchísmios cambios que deben ir asimilando a medida que se van suscitando. No solo se produce una metamorfosis física, sino que se puede observar un cambio significativo a nivel conductual.
Uno de los primeros "avisos" de éstos cambios es la menarca (primera menstruación). Algunas niñas, intentan mantener oculta la situación, por ideas que las atormentan, vergüenza, pudor y una negación por "crecer". Otras esperan ansiosas el gran acontecimiento y que el Otro, pueda conocer que ya "es grande".
Luego de una clase con su grupo de cuarto, todos los niños salieron al recreo, mientras el docente se quedó para limpiar el armario, pues había recibido un ultimatum, por la cantidad de insectos muertos que se alojaban allí.
Todos los niños se encontraban jugando en el patio, salvo una niña que buscaba a su maestro Grunoglio. Se acercó a Vreda y a Liana, maestras de la niña, pero no obtuvo una respuesta satisfactoria. Siguió indagando a otros docentes, que ya no compartían el aula con ella, pero tampoco le pudieron informar.
Estaba tranquila, pese a que había sentido algo que sucedía en su cuerpo. No era la primera vez que le ocurría, así que la sensación no era desconocida.
Cuando Grunoglio bajó al patio, la niña se acercó e indignada por la ausencia de éste en el recreo y le reprochó dónde estaba, porque ella necesitaba una toallita femenina.
Uno de los primeros "avisos" de éstos cambios es la menarca (primera menstruación). Algunas niñas, intentan mantener oculta la situación, por ideas que las atormentan, vergüenza, pudor y una negación por "crecer". Otras esperan ansiosas el gran acontecimiento y que el Otro, pueda conocer que ya "es grande".
Luego de una clase con su grupo de cuarto, todos los niños salieron al recreo, mientras el docente se quedó para limpiar el armario, pues había recibido un ultimatum, por la cantidad de insectos muertos que se alojaban allí.
Todos los niños se encontraban jugando en el patio, salvo una niña que buscaba a su maestro Grunoglio. Se acercó a Vreda y a Liana, maestras de la niña, pero no obtuvo una respuesta satisfactoria. Siguió indagando a otros docentes, que ya no compartían el aula con ella, pero tampoco le pudieron informar.
Estaba tranquila, pese a que había sentido algo que sucedía en su cuerpo. No era la primera vez que le ocurría, así que la sensación no era desconocida.
Cuando Grunoglio bajó al patio, la niña se acercó e indignada por la ausencia de éste en el recreo y le reprochó dónde estaba, porque ella necesitaba una toallita femenina.
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