domingo, 18 de marzo de 2012

Equivocarse de escuela.


    Cada ser humano cuenta con características que lo hacen único e irrepetible.  La combinación de los defectos y virtudes lo hacen a uno especial.  
    Indudablemente, el quedarse dormido no es una virtud de este docente, pero es una característica que intenta superar día a día.
    Hacía poco que había cambiado de escuela y como ya contaba con antecedentes de haberse quedado dormido, puso varios despertadores ubicados estratégicamente.  Uno junto a su cama, otro cerca de una repisa y el último, en una silla cerca de la puerta.  Los últimos dos, la persona debía levantarse de la cama para que pueda apagar el aparato.
     Al otro día, el primero y segundo despertador no cumplieron su objetivo, pues el "durmiente" mantuvo su posición.  El tercero, programado diez minutos después, cumplió su objetivo, pero el sujeto debía levantarse rápidamente y salir a trabajar, pues llegaría con lo justo a la institución.
     Estaba tan mentalizado que debía salir rápido, que se cambió a la velocidad de la luz, tomó un bolso y salió a la misma velocidad para tomar el colectivo.  A esa hora, el nivel de respuesta cognitivo es bajo a nulo.  Parecería que el instinto es el que toma las decisiones sobre qué hacer.  
     Una vez en la parada, esperó un pequeño instante y se tomó el colectivo que asomaba por la avenida.  A medida que avanzaba en el viaje, su mente tomaba mayor conciencia.
     Bajó del colectivo y camino las cuatro cuadras que lo separaban de su trabajo.  Iba todo perfecto, pues estaba llegando a horario.
    Al tocar el timbre de la institución, salió la portera y con cara de sorprendida le manifiesta - Ayyy, volvió, pensé que había renunciado.



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