lunes, 26 de marzo de 2012

¿Podés dejar de hablar?

     El lenguaje, fundamental para transmisión de ideas entre los seres humanos.    El lenguaje oral, vulgarmente conocido como el hablar, podría ser como el pensamiento puesto en palabras.  Obviamente, es muy dificil representar todo lo que pensamos, pero hay personas que se acercan bastante. 
     Hay gente que tiene muy buena verborragia, incluso, el que escribe es gustoso de hablar (hasta con las paredes) pero hay un grupo, que conversa en demasía, sin importar el tiempo o el espacio.
    Algunos días atrás, se había iniciado un conflicto entre dos amigas de colegio.  Nunca quedó claro la dificultad, pues una de las involucradas, era una niña con  demasiada "facilidad de palabra".  Como un cassete, apretaba "play" y hablaba, hablaba, hablaba ...
     Una mañana, cuando llegó al colegio, amenazó al docente con -tenemos que hablar (El docente lo tomó como amenaza  porque ya conocía las facultades orales de la niña).
      En el primer recreo intentó escapar, pero fuen en vano, pues esa vocecita aguda lo perseguía por todos lados.
     Vaya uno a saber porqué, decidió controlar el tiempo y le realizó la pregunta mágica - ¿Qué pasó ahora Rowy?
      Fueron 22 minutos 14 segundos cronometrados, que comenzaron a regir apenas finalizó la fatídica pregunta de Griman.   Cómo el docente tenía que preparar un video, subía y bajaba unas escaleras y la niña lo acompañaba, mientras seguía hablando sobre lo que pasaba.
     Su cerebro comenzaba a inflamarse pero no esgrimió ningún comentario.  La niña seguía y seguía.  Una profesora del secundario observaba con asombro lo que acontecía. 
    Tocó el timbre del recreo pero Grinan seguía acomodando el video y la niña, obviamente, seguía relatando.

     Una vez que terminó de acomodar la película, fue a buscar a su grupo de alumnos y la vocecita seguía sus pasos. La intensidad de la voz iba en aumento, porque a medida que contaba, parece que se acordaba de más cosas que la exaltaban.
    En el aula, siguió hablando  sobre lo acontecido, hasta que el cerebro no soportó más y la calló.  Su encéfalo estaba tan saturado, que no registraba el problema que la intranquilzaba y para tranquilizar a la niña, cerró la conversación con - No le hagas más caso.
    Cuando terminó  la frase, la niña se fue a sentar con una sonrisa de oreja a oreja haciéndole una mueca a la amiga con la que se había enojado, bajo la mirada atónita de Grinan
    Aún hoy es difícil de entender cómo alguien puede hablar tanto, en tan poco tiempo, sin cansarse, repitiendo veinte veces lo mismo y con ese timbre de voz.  
    
    

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