miércoles, 23 de mayo de 2012

Disparos.

     Hay imágenes que se presentan en la vida, que irrumpen de la nada, pero se quedan en la retina por mucho tiempo.  
     Todos los sábados por la mañana, Gresor pasaba casa por casa, dentro de un barrio de su localidad.  Una vez que reunía a todos, partían hacia una sociedad de fomento y abordar de manera diversa, algunas problemáticas de éstos.
      Era un barrio distinto a los que comunmente uno se encuentra en esa localidad.  En una manzana, se observaban distintos pasillos que emulaban un laberinto y se hallan casitas por doquier.  
     La primera vez que se adentró en la manzana principal, Gresor se perdió, pudiendo salir con la ayuda de uno de sus alumnos. 
     Esa mañana despejada, auguraba un día fantástico.  Inició la rutina buscando a Jhun, que servía de guía, pues recordaba la casa de cada uno de sus amiguitos y conocía a la perfección el laberíntico lugar.  
     Lentamente iniciaron el recorrido que les llevaba media hora.  Cuando estaba por finalizar el trayecto, se escucharon varios disparos.  Los niños comenzaron a gritar - Uh, tiros, vamos  a verrrr.
      Gresor desesperado, intentó frenar en vano a los niños, que de manera curiosa, querían ver las consecuencias del ruido.
     Cuando se percató que no iba a poder frenar a nadie, comenzó a correr al último de los niños.  Cuando salieron, se encontraron un caballero tirado en el piso, ensangrentado y probablemente ya muerto. Otras personas intentaba auxiliarlo pero de manera poco eficáz.  Los niños miraban sin denotar sorpresa generando mayor preocupación en Gresor, pues indudablemente esa imagen se habrá repetido en el pasado. 
    Luego de varios minutos intentando convencer a los niños que se retiren del lugar, llegó la policía haciendo que cada uno se retire. 
     Ese día se suspendió la actividad en el centro pero el recuerdo perdurará por mucho, pero mucho tiempo...




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