miércoles, 16 de mayo de 2012

Tantas vidas como un gato.

    Según algunos mitos populares, los gatos constan de siete vidas.  Algunos sujetos sienten que son como los gatos, pues pasaron situaciones donde su vida corría un peligro inminente y aún no se explican cómo salieron airosos de ésta.
   Grosians se jacta que ya a (mal)gastado cinco de sus siete vidas.  Esto lo ha llevado a transitar por "la vida" con muchísimo más cuidado, porque pese a que es un mito y no cree mucho en este tipo de cuestiones, conoce el dicho que las "brujas no existen, pero que las hay, las hay".
   Primera vida:  Alrededor de los tres años, Grosians iba con su triciclo investigando por su barrio. De pronto, divisó una fosa y decidió investigar.  Al acercarse a  la misma, cayó dos metros y medio cabeza abajo, golpeándose con las rocas que se encontraban en el fondo.
       A la media hora, era llevado a la casa de su madre, gracias a una señora que escuchó el llanto del niño pidiendo ayuda, pues una horda de ¿¿¿¿cocodrilos?????, amenazaban su frágil cuerpo. Aún se pregunta esa señora cómo no se rompió el cuello dada la altura y las características de la fosa.
   Segunda vida:  El trabajo es salud. Así dicen, pero cuando Grosians partió para entregar un curriculum, fue embestido por un colectivo diferencial, que lo tumbó al suelo y le pasó la rueda por encima de su pierna. El colectivo siguió avanzando y las ruedas se dirigían a su pecho, pero un amigo tironeó para que ésto no ocurra.  Milagrosamente, sólo se hinchó un poco su tobillo.
   Tercera vida:  Un mal electrocardiograma, junto con un mal análisis generaron un pensamiento sobre la finitud de su vida. Al tiempo de averiguar para inciar un tratamiento, no había vestigio de los que le había ocurrido. Luego de varios diagnóstico, se corroboró la inexistencia del mismo.
   Cuarta vida:  Un ataque brutal por parte de una patota, desencadenada por un acto de idiotez humana. (Ya contado)
   Quinta vida. Grosians vivía en una morada donde el horno de la misma, tenía sus mañas para ser encendido. Hacía un año que residía allí y estaba muy familiarizado con el mismo.  Al encenderlo, dejaba "enganchada" la manija, para "engañar" a la válvula de seguridad con la que cuenta cada horno.
      Ese día se había levantado temprano y había llegado a su casa cansado pero con hambre. "Engañó" al horno, pusó la comida en el mismo y se acostó en la cama a mirar televisión mientras se cocinaba su cena.
     El horno se apagó, pero siguió saliendo gas del mismo, pues la válvula de seguridad había sigo "engañada".  Lentamente comenzó a dispersarse por toda la casa y llegó a la habitación de Grosians.

   El "cocinero" no tardó en quedarse dormido, por efecto del cansancio y probablemente del gas.  Hacía poco que había llegado a la casa, tenía todo cerrado, así que el gas no podía evacuarse.  Todo seguía encaminado hacia un final no muy agradable, hasta que sonó el celular y despertó a Grosians.
   No se escuchó ninguna voz del otro lado del teléfono. Era un llamado que se repitió algunas veces, vaya uno a saber, si para embromar, por error o por otro motivo. 
  Cuando se percató de lo acontecido, tomó conciencia que ese llamado lo salvó del fatídico final que se avecinaba.  No pudo agradecer el ¿salvataje? casual, pero algún día el destino dará la oportunidad de hacerlo o será que Grosians tiene el telefono de Dios...

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