domingo, 1 de enero de 2012

Himno a la Alegría

    Cuando un aprende algo siente la necesidad de poder utilizarlo en algún lugar. (Ese "aprende" queda muy grande pero bueno) Así pensaba un profesor, con ansias de poder implementar lo que estaba estudiando: violín.
    El lugar ideal para poder "deleitar" (palabra totalmente discutible) a las personas con su nuevo arte era la escuela.  Allí surgió la posibilidad de poder demostrar lo aprendido, cuando le confirmaron que había que preparar algo con los niños para la llegada de  la Virgen de San Nicolás.
    Tomó el "Himno a la Alegría", modificó la letra y la adaptó para obtener el "Himno para María".  Practicó y practicó pero nunca sonó como Beethoven la compuso (eso es parte de otra historia).
    Los niños, haciendo un gran esfuerzo, cantaron al compás de la canción...
    Pasó el tiempo y en clase de música, la profesora tomó una flauta y comenzó a tocar la nueva melodía que iban a aprender.  No hace falta decir que era el Himno a la Alegría.
    La señorita de música, tratando de conocer los saberes previos de sus alumnos preguntó si habían escuchado antes la canción.  Todos los alumnos respondieron al unísono con un sí rotundo.
    La profesora sorprendida  por la respuesta, siguió indagando para averiguar del por qué de tanta sabiduría.
- ¿Y quién escribió esta canción?, preguntó la profesora.
Todas las manos se levantaron y la profesora abrió aún mas los ojos.  Seleccionó a una niña que levantaba la mano con una intensidad inusitada.
    De manera muy "canchera", denotando que la profesora preguntaba algo muy obvio y que todo el mundo sabía contestó:  - El profesor Gerardo, obviooooo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario