jueves, 5 de enero de 2012

¿Ya nos vamos?

      Todos los seres humanos somos distintos, es innegable.  También, tenemos nuestros tiempos para mantener una actividad. Algunos pueden realizar un trabajo durante mucho tiempo, otros dentro de lapso temporal escaso y  uno solo, nulo.  Sí, nulo.
      Primer día frente a un grado, cuanta ansiedad. Sacarían sus cuadernos, copiarían la fecha y realizarían la primera actividad planificada.    Luego de las presentaciones y demás, llegó la hora de comenzar a usar el cuaderno.
      Se puso la fecha en el pizarrón y se copió el título.  Cuando el maestro se dio vuelta, se dio cuenta que un nene no había sacado ninguno de sus útiles y su cabeza se encontraba apoyada en su brazo izquierdo.
      - Profe, dame cinco minutos más.  Ya saco el cuaderno. - Manifestó un nene con cara de sueño.
      Luego de indagar un poco al alumno, pudo comprobar que el niño se quedó despierto hasta altas horas de la noche.  Luego, convenció Lucius para sacar su útiles para copiar la consigna de trabajo.
     Cuando se dio vuelta  y dejó de observar al niño, el infante volvió a guardar su cuaderno y cartuchera.
- ¿Cuánto falta para que nos vayamos? - preguntó el niño.
- Entramos hace treinta minutos- respondió su maestro.
       Nuevamente trató de convencer al nene para que continue con su trabajo.    Esta situación se volvió a repetir tres veces más. El docente pensó  que seguramente, no había podido dormir por la ansiedad del primer día.
     A la mañana siguiente, la situación volvió a repetirse,  así que decidió conversar con la madre del niño para comentarle lo acontecido.
     La madre manifestó que se acostaba temprano pero que le prestaría atención a lo que ocurría.
     El cuaderno de Lucius estaba demasiado prolijo, pues directamente no copiaba nada.  Indagando con mayor ahínco, preguntando y repreguntando sobre todo lo que hacía y el porqué no podía dormir, llegó a la clave del asunto.
     El nene se acostaba temprano, pero cuando la madre se dormía, el niño prendía la televisión.  No miraba el canal de dibujitos ni programas infantiles.  Sus dedos marcaban el canal codificado Venus (pornográfico) e intentaba ver las imágenes que mostraban.  En aquella época, los codificados mostraban rayas, permitiendo ver algún que otro tipo de imagen.
     A partir de ese día (no, no, no, no venía el maestro con sueño) Lucius pudo descansar un poco más.
    

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