martes, 3 de enero de 2012

knocking on bathroom door (golpeando las puertas del baño)

    Quién diría que la famosa canción compuesta por Bob Dylan, luego popularizada por Guns and Roses y modificado su título por mí, serviría como introducción para la siguiente historia.
      Para el día del estudiante, se pensó en una actividad recreativa, en la que tengan que poner en juego el saber y el pensamiento.  Una de esas actividades era una búsqueda del tesoro con distintos acertijos.
     Competían cuarto, quinto y sexto por descifrar los diferentes acertijos y alzarse con el premio final: Un gran tesoro.
     El día anterior, fueron elaborados con asombrosa creatividad (¿Algún problema?. Yo soy el que escribe. Shhh.), distintos acertijos.  Entre esos acertijos, uno involucraba la espalda de una de las maestras.
     - Zapato, pegate esto en la espalda que uno de los acertijos, van a llevarlos ahí. - Manifestó Geroldo.
     -  Ay. No, no, no. Sos un hincha ... Respondio Vernacia.
   Luego del pequeño diálogo, Vernancia  pegó el cartelito en su espalda y se quedó pululando por el patio junto a su compañera Lupita.   Todo lo que Geroldo proponía, Vernancia y Lupita protestaban y decían que no, pero luego terminaban participando.
      Los niños, a medida que resolvían los acertijos, su nivel de excitación aumentaba.  La competencia entre los distintos años incidía sobre esto.
      Nadie sabe cuando, pero Vernancia fue al baño.  Los docentes no tienen necesidad de avisar que tienen una necesidad fisiológica. Tampoco nos importa, pero ese día era trascendental saber eso.
       Llegó el acertijo séptimo, que decía así:
Os bendigo a todos, menos a Vernancia, pues para purificarla, denle una palmada en su espalda.
     Cuando leyeron la nota, estaban tan descontrolados, como una horda que peleaba por el poco alimento de una región.   Se escuchaban gritos de Verónicaaaaaaaaaaaa.  ¿Dónde estásssssssss?.  
       Una voz muy aguda gritá - Yo sé dónde está.  Se encuentra en el baño.
      La señorita,que había escuchado los gritos desaforados, comenzó a transpirar.  Pero la transpiración aumentó su caudal, cuando reconoció la voz de Moria que manifestaba dónde se encontraba.  
       Muchísimos pensamientos desagradables, sobre Geroldo, recorrieron su mente.  Desde prenderlo fuego, hasta hipnotizar unos conejos y convecerlos de que se hagan antropófagos.  
         Cientos diez almitas comenzaron a rodear la puerta del baño.  Ciento diez angelitos se transformaron en bestias y comenzaron a golpear la puerta del baño donde se hallaba la maestra aún sobre el inodoro.  
          Cada golpe que daban, retumbaba del otro lado de la puerta, como un trueno cercano.  La cabeza de la pobre maestra, oscilaba desde una peglaria a Dios, para que no ceda la puerta hacia muchísimos improperios para Geroldo.  
         Fueron los dos minutos más fuertes de toda su vida.    Las glándulas suprarrenales quedaron secas por varios años, de tanta adrenalina producida. 
       Hoy recuerda la anécdota con ¿risa? pero a la búsqueda del tesoro, no juega nunca más.

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