miércoles, 15 de febrero de 2012

Cuidado con las bromas.

    Según la neurociencias, una disciplina que se nutre principalmente de la neurología y biología, un factor que puede incidir positivamente en el aprendizaje, es el humor.  Pero no siempre todo chiste o broma es efectivo.  A veces, dada la historia individual, la broma se transforma en algo negativo y pierde el efecto deseado.
     Es importante diferenciar, el reírse "del otro" que reírse "con el otro".  Obviamente, en un grupo, el último es es que resulta positivo.
     En un armario, había una colección de arañas que habían traído algunos niños, en su afán de observar con mayor detenimiento, esos seres peludos que inspiran mucho respeto.  Uno de los maestros, sabía que estos arácnidos, inspiran mucho miedo en los niños.
      Para jugar una broma, hacía que abría el frasco y que le pasaba algo que hacía caer al temido ser.   Con mímica y con ayuda de algunos niños, estas bromas generaban una ola de pánico que alborotaba cualquier clase.

     La primera vez que realizó esta broma, obtuvo el resultado esperado: una psicosis colectiva.  Vaya uno a saber, pero al tiempo apareció una araña de telgopor con hilitos negros, brindando un parecido importante con las de verdad.
       Era una mañana tranquila y habían terminado una evaluación de naturales.  Para distender un poco al alumnado, se sacó la araña que estaba en el frasco y la comenzó a observar.   Obviamente, todo el grupo miraba al arácnido.
     Luego, guardó la araña en el armario y sacó otro frasco vacía, al cual le agregó la araña inerte.  Caminó algunos pasos e inventó un tropezón con una mochila.  El movimiento brusco, hizo volar la araña falsa por los aires, generando otra psicosis colectiva mientras el "bicho" se encontraba en el aire (sí, como Matrix).
    La falsa araña cayó en el pelo de una niña, que se quedó petrificada.  Todos rieron, pero la niña no.  Se le avisó que era la araña de mentira, pero igual seguía dura.  Se le pidió que saque el juguete, pero no había respuesta, seguía rígida como una piedra.
     Se le sacó el invertebrado y recién ahí pudo volver a moverse con tranquilidad.   Cuando se le preguntó qué le había pasado, la nena contó que era tal el miedo que le tenía a las arañas, que aunque fuese de mentira, igual les tenía miedo.
     Moraleja:   Mucho cuidado con el tipo de bromas que se hacen.


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