lunes, 27 de febrero de 2012

Llamen a la policía.

     El "hombre" es un ser social, por ende, tiene una necesidad de un Otro.  En ese compartir cotidiano, se producen conflictos, sea el grupo que sea.  Una familia, amigos, compañeros, todos son grupos  se suceden distintos conflictos.   El conflicto es inherente al ser humano.
    En la escuela encontramos muchos grupos.  Basta con modificar un solo miembro del grupo, para que éste cambie radicalmente.  Cuando un elemento sale o ingresa, el grupo pasa a ser un sistema nuevo.
     Todas las mañanas se subía al micro para llegar a la escuela.  Todas las mañanas, se peleaba con alguien. Todas las mañanas pasaba lo mismo...
      Las peleas no sólo ocurrían en el micro, también se desarrollaban en el aula, en el patio, en cualquier lugar.  La situación se estaba volviendo tediosa, y frente a las distintas negociaciones (en una negocición, ambas partes tienen que ceder, sino es otra cosa) ninguna parte cedía en su postura.
    Charlas unidireccionales, reflexiones inexistentes, posturas cerradas, todo hacía imposible llevar a buen puerto el conflicto.
     La tensión llegó al máximo, cuando en una pelea en el micro, una "delincuente" de ocho años molestó en demasía al otro niño.  Como la acumulación de conflictos había llegado a su cúspide y aconteció fuera de la escuela, la familia optó por hacer la denuncia policial.
    Obviamente, la "delicuente" no fue presa ni fue condenada a la guillotina.
Si bien, los sucesivos conflictos bajaron en cantidad, la tensión en los distintos grupos no bajó jamás, pese a la "intervención" de la justicia.
  

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