viernes, 3 de febrero de 2012

¡Qué buena campera!

    Hace varios años, el clima de Buenos Aires viene cambiando.  El clima templado fue cediendo espacio al subtropical.  Este se caracteriza por temperaturas altas y cuando es húmedo, lluvias de importante tenor.    Las lluvias pueden irrumpir de la nada y modificar la temparatura o no, del lugar.
    Aquella madrugada, el cielo estaba totalmente despejado. La temperatura era más que agradable, así que se partió a trabajar con ropa de poco abrigo.   La mañana siguió siendo muy agradable y nada hacía sospechar de algún cambio.
     Pero a las doce, el viento cambió  y unas nubes de un color gris muy oscuro se apoderaron del cielo. Pasaron cinco minutos y una cortina de agua arreció sobre la localidad.  La temperatura bajó bruscamente y comenzó a sentirse el frío.
      Los niños fueron retirados con sus padres y sólo quedaban algunos rezagados.  Los docentes se podían retirar, salvo el que estaba de turno. El problema para irse, era la falta de protección contra la lluvia y contra el frío.
      Para la lluvia, rápidamente encontró solución.  Recordó que en su "armario mágico" (Denominado así por una alumna porque siempre había algo que solucionaba un problema) había un paraguas con dibujos infantiles que había encontrado por la calle (Sí, agarro cualquier cosa por la calle, ¿y qué?) y estaba un ¿poco? deteriorado.
     Faltaba resolver el tema del frío.  La portera, apiadándose del pobre muchacho, buscó en un canasto de ropa perdida de hacía varios años y jamás reclamada.  Al revolver, quedaban solamente pantalones y una campera inflable de color rosa y talle muy pequeño. La dificultad del frío estaba parcialmente resuelta.
    Se veía a doscientos metros una "cosa" rosa con un paraguas maltrecho, que caminaba por el barrio.  Muchos se asustaban al toparse con ese ser, pues llamaba la atención que la campera rosa le llegaba hasta el antebrazo y el paraguas, a duras penas podía tapar algunas gotas.
    No importó nada, pues gracias a esos dos objetos, pudo llegar "calentito" y "seco" a su otro trabajo. Eso sí, cosechó admiradores en algunos pobladores del barrio.

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