sábado, 25 de febrero de 2012

Te voy a castrar.

    Entre los tres y los cinco años, los niños entran en una etapa denominada por Freud como fálica.  Allí, finaliza el complejo de Edipo (siendo muy sintéctico, cuando el nene se enamora de su mamá/el nombre se lo da la la tragedia, emparentada con el complejo) gracias a la castración (fantasía de que le cercenan una parte del cuerpo, puntualmente el pene).
    Para que se produzca la castración, debe haber una figura que actúe como "catalizador" en la mente del niño, y éste puede ser, un padre, un tío, un amigo de la familia o un maestro...
     Había sido una semana complicada para Ion, un niño de primer año de la ex primaria.  Cada vez que se le llamaba la atención, se remitía a mirar al docente y con una de sus manos se sujetaba el miembro.
      
    Se le manifestó la preocupación a la mamá y ésta comentó, que el comportamiento se repetía en la casa.
    Al día siguiente del encuentro con la madre, Ion empujó a un compañerito para salir primero del aula.  Nuevamente se le llamó la atención y otra vez, comenzó a agarrarse el pene.  Mientras el docente realizaba su discurso sobre un buen desplazamiento en el aula, observaba cómo seguía tomando su miembro y cambiando el tono de voz le dijo - (...) y dejá de agarrarte el pito porque no te lo voy a cortar...
    Se produjo un silencio incómodo y el niño, mirando atónito a su docente, se quedó en silencio.
    A partir de ese día, la conducta del niño mejoró notoriamente, en la escuela y en la casa.

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