miércoles, 1 de febrero de 2012

La bicicleta mágica.

     La bicleta, elemento muy utilizado por distintos sujetos, debido a las bondades que brinda este medio.  Mejora el estado físico, por ende la salud.  También es un medio de transporte económico y ecológico.
    Todas las mañanas, Gruner utilizaba su bicicleta para transportarse de un lugar a otro. La bicicleta se la había ¿prestado? su hermana. Obviamente, esa bicicleta era de características acordes al género femenino (color y forma), pero eso parecía importarle muy poco, mientras lo traslade de un lugar a otro.
     Con su guardapolvo blanco, cumplía el mismo ritual todas las mañana, se bajaba de su bici, la dejaba atada con un candado en un poste de luz y se subía al tren (podía llevar la bici en el tren, pero quería caminar).
     Una mañana, realizó el ritual cotidiano y se fue a la escuela.  Al mediodía, tomó el tren y se bajó en la misma estación Mitre.  Caminó unos metros y descubrió que la bicicleta no estaba atada.
    Pensó que se la habían  robado, mirando para todos lados, puso cara de malo (lo mismo le pasa al que le roban el auto, mira para todos lados para ver si lo ve, como si el vehículo hubiese sido robado hace unos instantes).   Mientras regresaba a su hogar, habrá visto trescientos dieciocho veces su bicicleta, siendo utilizada por otra persona.   Cada vez que alucinaba con su vehículo, ponía su poco habitual cara de matón (como si intimidace a alguien).
     Una semana antes, su hermana le había profetizado que se la iban a robar si la dejaba ahí, pero hizo caso omiso tratándola de loca.
     Para no quedar expuesto frente a su pariente, pensó excusas cómo:  La doné (¿quién se puede enojar con alguien generoso?) o me atropellaron (¿quién se puede enojar con un accidentado?).
      Decidió contar la verdar porque era una pavada sostener una mentira así que cuando su hermana lo escuchó, comenzó a esgrimir una serie de improperios inJUSTOS.
      Los diás siguieron corriendo y el trayecto antes realizado con bicicleta, ahora era realizado a pie. 
     A la semana, ocurrió algo totalmente inesperado. Cuando se bajó del tren y caminó hacia su casa, se encontró con la bicicleta atada en el mismo lugar que lo había hecho cuando la dejó.  Pensó que no podía ser tan idiota de no haberla visto, pero era totalmente imposible (en él ser idiota es factible).
     Miró a su alrededor y se percató que había un señor que lo miraba riendo.    Se acercó a Gruner y le dijo que había dejado la bici sin el candado puesto y cómo lo veía pasar todos los días, decidió guardarla para que nadie se la robe ya.    No la había podido entregar antes, pues había enfermado esa semana.  A Gruner  le parecía raro  que se roben esa bicicleta, era realmente muy fea.
     En vez de regresar a su casa, se fue para el hogar de su hermana y le mostró la bicicleta.  Su hermana se sintió culpable por lo manifestado anteriormente (Gruner le contó las cosas por la mitad y la otra mitad, de manera distorcionada) y en compensación, le compró chocolates.
      Nunca más dejó la bicicleta atada ahí.  Recalco ahí, porque en otra oportunidad, quedó atada en cierto lugar y estuvo más de una semana allí, porque no recordaba dónde la había dejado.

  

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