martes, 7 de febrero de 2012

La subasta

     Hay un refrán muy popular que dice "La primera impresión es lo que importa", pero... sólo espero que no sea tan así.  
      Era el mes de Septiembre y las autoridades de primaria habían cambiado.  El director había emigrado hacia otra región para continuar con su trabajo.   Asumió la dirección el segundo de este y cómo vice, una mujer que se encontraba trabajando en la sección secundaria y a la cual, no todos conocían.
   Nadie sabía cuándo iba a aparecer Ruba, la flamante vicedirectora, pero la escuela siguió funcionando normalmente.
   Se venía trabajando con billetes desde hacía algunos días y para poner motivar aún más el trabajo con estos, se pensó en hacer una subasta.  Los objetos para subastar eran golosinas y frutas y el rol subastador estaría a cargo del docente, que se disfrazaría para dicha ocasión.
     Los niños, la mercancía, el martillero, el martillo de madera, todo estaba listo para empezar.  Y empezó, con un golpeteo timorato de martillo. 
      Cuando se realiza alguna actividad de descarga, ésta puede aumentar en su intensidad paulatinamente.  Así es como de un martilleo suave se pasó a un golpeteo muy fuerte sobre una de las mesas.  Tan fuerte, que podía ser escuchado desde varios lugares, incluso dirección.
      Era su primer día en la escuela y  un ruido  interrumpía la tranquilidad de la institución. Subió las escaleras y lentamente abrió la puerta, sin saber qué iba a encontrarse, pues el sonido era tremebundo.  Cuando el "loco del martillo" se dio vuelta, se percató  de la presencia femenina que lo estaba observando.  Así como abrió la puerta,  la cerró.
      Sonó el timbre del recreo y todos niños salieron con la adquisición de la subasta.  El docente se dirigió a la dirección y se encontró con la señora rubia que había entrado al aula. 
       Luego de las presentaciones pertinentes y de tomar un poco de confianza, Ruba confesó que se había asustado cuando entró al aula y que lo único que atinó a realizar, es volver a cerrar la puerta muy lentamente, para que "el loco del martillo" no se percate de su presencia.
      En general, la gente se siente cómoda con ese docente, pero Ruba siempre denotó un aire "temeroso" cuando estaba junto a él.

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