domingo, 17 de junio de 2012

El mirón.

     El colectivo, ese santuario metálico lleno de personas que lo visitan,  para utilizar su gran virtud: el pasaje de un lugar a otro.  No es el medio de transporte más cómodo, pero cumple  su función y además, se observan personajes bastante curiosos.  
     Las malas lenguas, aseveran que la Línea 71 está endemoniada.  Personajes del inframundo suben a la superficie y se posan en las distintas paradas con las que cuenta el colectivo.  
      Un mediodía, el colectivo se encontraba casi vacío.  Estaba el chofer, una chica muy bonita, un señor y Grum.  A las pocas paradas de haber subido este último, irrumpe en el micro, un muchacho de mediana edad.  El joven saca boleto y se dirige hacia los asientos, en dirección a la chica bonita.  Cuando está junto  a ella, se queda parado, agarrado del barral superior del bólido metálico.
     Grum, casualmente levanta su cabeza y observa la situación, generándole (cuando no) risa.  El colectivo siguió avanzando y el muchacho seguía junto a la muchacha.  La chica, dejó la cabeza rígida mirando hacia la ventana, pero realizaba un movimiento de cabeza corto y rápido, denotando la ansiedad. 
      El muchacho comenzó a mirar a la chica, generando una mayor incomodidad en ésta.  La muchacha utilizó la lógica y se paró para sentarse en otro lugar.
    El mirón, apodo atribuido al muchacho, pasado un tiempo volvió a acercarse a la mujer.  Volvió a mirarla, pero esta vez comenzó a acercar su miembro.  La chica seguía con el movimiento corto y brusco de cabeza.  A Grum ya no le causaba Gracia la situación, así que lo llamó al mirón y le hizo una pregunta tonta para que focalice la atención en él y ver qué hacia, pues no denotaba estar "con todos los caramelos en el frasco".
    El mirón, al escuchar que le preguntaban si le gustaba la chica, contestó que sí. Ahí Grum se percató que el muchacho presentaba dificultades.  Lo llamó, lo tomó del brazo y lo sentó junto a él. Le contó lo que hacía y quién era, para luego indagar al "mirón".  Al entrar en confianza, el joven era de un centro de día que se ubicaba bastante cerca de dónde se encontraban.   Pasados unos minutos y luego de conversar un rato, el muchacho se bajó.
     Cuando ya no se encontraba más "el mirón" en el  colectivo, la muchacha se acercó a Grum y le agradeció.
     Dos años después (aproximadamente) , "el mirón" fue paciente de Grum en un instituto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario