Aún se desconoce mucho sobre esta enfermedad neurodegenerativa. La prevención todavía se encuentra frente a un torbellino de especulaciones, pero cobra fuerza la idea de que la forma de alimentación, el cuidado de la circulación sanguínea y fundamentalmente, las actividades lúdicas o que involucren lo cognitivo.
Cada vez que iba a visitar a su abuela, era consentido por ésta, que les preparaba su plato preferido (milanesas con papas fritas). Claramente en contraposición con la otra abuela, que siempre le hacía el arroz con leche, que detestaba a ultranza y obligaba a comer sin chistar al ¿pobre? Greim.
Cierto día comenzó a notar que su adorada abuela comenzaba a tener lagunas pronunciadas, donde no recordaba el hilo discursivo sobre la conversación que llevaba.
Día a día las funciones cognitivas se iban deteriorando. Regresiones a épocas infantiles eran moneda corriente. Algunas imágenes eran deformadas, como cuando manifestaba que debía concurrir al Colegio Francés, cuestión jamás acontecida, pero sí vinculada con lo sanguíneo, dado la ascencencia francesa.
Al no entender cómo operaba la enfermedad, la ansiedad era común en la familia. El sentimiento de que el Otro sufre dicha cuestión degenerativa del sistema nervioso central, es el impulsor de la ansiedad, producto de la identificación con dicho familiar (me pongo mal porque es familiar mío y me puede ocurrir lo mismo/esto a nivel inconciente).
Inconcientemente, el miedo a ésto debe haber dejado mella en Greim, puesto que la carrera seleccionada para completar sus estudios junto con las actividades que involucran el constante uso de las funciones cognitivas, no habrán sido casualidad.
Nunca se sabe, pero quizás sus trabajos, algún día lleguen a cobrar la fuerza necesaria para ampliar el conocimiento sobre estrategias para abordar cuestiones cognitivas.
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