domingo, 10 de junio de 2012

Una fogatita.

      Frente a situaciones ansiógenas, podemos observar una infinidad de respuestas, de lo más variadas.  En muchas ocasiones, las conductas son demasiado obvios y más cuando el sujeto es un niño.
     Luego de su trabajo, Earl llegaba a su casa, se cambiaba y partía hacia su otra pasión: los bomberos.  Al ser voluntario no le pagaban por su labor, pero eso no importaba, pues el llamado a su vocación superaba cualquier cuestión, incluso su familia.
     Muy adentrada la noche, llegaba a su casa y se ponía al tanto de lo acontecido con la familia, gracias a su mujer que lo "apañaba" en todo.
      La familia se había acostumbrado a la poca presencia de la figura masculina, aunque en los momentos que compartían un espacio, lo disfrutaban y aprovechaban en extremo.
      Grem era uno de sus hijos, siempre intentaba llamar la atención de la familia y por ende, de su padre.  Cada vez que su padre no estaba, recurría a un juego muy peligroso que se repetía una y otra vez y que su madre, le costaba manejar.  El juego era simple, consistía en quemar todo lo que veía.  
     Comenzó quemándo papeles en la parrilla, para luego ir quemando objetos de lo más variados como muñecos, ropa, etc.  Cuando su madre se percató de lo que ocurría, utilizó una estrategia muy básica de dejar fuera del alcance del niño los elementos que servían para generar una fogata.  Grem,  comenzó a "desquitarse" de otra manera y manipulando una lupa para seguir con sus "fogatitas".
    Tiempo más tarde, Grem descubrió las velas, causándole fascinación.  Podía mantener la llama encendida durante un tiempo prolongado.  También, el residuo que dejaba de cera, le permitía divertirse.  
     La gota que colmó el vaso llegó, cuando su madre descubrió que el infante estaba jugando con las velas y éste escondió la misma, bajo la cuna de su hermanita.   Mientras Grem juraba que no estaba haciendo nada, un olor raro se desprendía de la cuna generando la ansiedad propia del caso.  
     Su madre le propinó la golpiza de su vida, pero no hacía mella en Grem.   Perdió el interés por el fuego, cuando su padre lo reprendió con intensidad,  aunque su comportamiento general no mejoró en nada.  Claramente, el jugar con fuego era un "llamado" para que su padre, "el bombero" venga a "ocuparse" un poco más de él.


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