viernes, 22 de junio de 2012

Santos caracoles.

     La mayoría de los niños son "bicheros", pues el mundo animal genera cierta fascinación que se acentúa aún más, cuando conocen los invertebrados que residen en los distintos jardínes de las casas.
     Grem sentía demasiada atracción por los animales.  Cada vez que se terminaba un frasco de mayonesa o dulce, lo limpiaba y era utilizado para "guardar" cualquier especimen que se encuentre a su paso (si habrá alimentado al perro con mermelada para vaciar algún frasco).
     La especie que gozaba de mayor prestigio en su colección eran las arañas pollito (hoy casi extintas en su barrio, pues no se encuentran con facilidad).   Los frascos eran guardados en el jardín de la casa y su madre no podía ni acercarse, dado el pavor que le generaban semejantes ejemplares.  
     Cuando tenían descendencia, a Grem le inspiraban mucha ternura y los entraba al hogar para no quedar a la intemperie y sufrir el frío apremiante del invierno. La familia no podía darse cuenta que el frasco estaba dentro, dado que los "hijos" de los distintos seres,  eran demasiado pequeños para percatarse.   
     El problema se suscitó, cuando Grem se encontraba investigando por el barrio y encontró una especie de caracol gigante.  Sabía que su madre no lo iba a dejar tenerlo dentro de la casa, lo alojó debajo de la cuna de su hermana y se fue a jugar.   Cuando recordó que había dejado al molusco cerca de la cuna, fue a buscarlo pero no lo encontró.  
     Revisó por todo el cuarto y nada. Luego el comedor pero el esfuerzo resultó trunco. Obtuvo su premio cuando encontró al caracol dentro de la tina del baño.   Para controlarlo, dejó al mismo dentro de la heladera...
    Un par de horas más tarde, su madre  abrió la heladera, se encontró con el caracol gigante. No estaba solo el molusco, pues parece que tenía alojado otros caracoles chiquititos por la zona del caparazón.  La reprimenda fue mayúscula.
    Por la noche, la madre quiso cambiar las sábanas de la cuna, encontró muchos caracoles que avanzaban por la camita, paredes, puertas...  La reprimenda fue supermayúscula.
    Un ratito después, siguieron apareciendo caracoles por todo el baño... La reprimenda fue hipermayúscula.
     Al día siguiente, seguían encontrando caracoles pequeñitos por el comedor, las piezas, cocina etc.  La reprimenda fue hipermegasupermayúscula....



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